La McConnaisance, McCompletada. ¿Quién nos iba a decir hace cinco años que Matthew McConaughey iba a llevarse el Oscar a Mejor Actor? Posiblemente ni él mismo se habría atrevido a realizar semejante pronóstico pese a que, como señaló en su discurso de agradecimiento, el héroe del actor texano es "yo mismo pero dentro de diez años".Bruce Dern, Chiwetel Ejiofor, Christian Bale o Leonardo DiCaprio han visto como las quinielas acertaban y el premio se lo llevaba el favorito.
El premio por 'Dallas Buyers Club' reconoce la metamorfósis física de McConaughey (perdió 25 kilos para encarnar a Ron Woodrof, algo siempre muy del gusto de la Academia) pero también un gran trabajo y esfuerzo psicológico, además del empeño en sacar adelante un film por el que llevaba luchando más de cinco años y es, reconocía, "el proyecto más personal de mi carrera. Un film que rechazaron 86 estudios de Hollywood". McConaughey, además, ha dejado atrás su etapa como guaperas en comedietas románticas de medio pelo y, a sus 44 años, vive su mejor momento profesional: estrella de la serie de TV de moda ('True Detective'), protagonista de una de las mejores escenas de 'El Lobo de Wall Street' y cabeza de cartel del próximo blockbuster sci-fi de Christopher Nolan ('Interstellar'). Los últimos años del texano son para enmarcar.
Puede que lo que no quede para el recuerdo sea su discurso de agradecimiento, que no tuvo ni el aplomo y precisión (emocional, política, reivindicativa) de su compañero de reparto Jared Leto, pero que sí empezó con buen pie: un abrazo y beso con DiCaprio, el gran derrotado (una vez más) de los Oscar. Agradecimientos a dios ("Él me ha dado oportunidades que jamás pensé que estuvieran en mi mano. Cuando tienes a Dios de tu lado, tienes un amigo"); recuerdos a su padre fallecido y sus seres más queridos (su mujer Camila y sus tres hijos, por ejemplo); un punto de conexión con el leit-motive de la gala (el toque heróico); pero ni una mención destacable al sida o Ron Woodrof, un desliz que posiblemente corrija en la rueda de prensa posterior a la gala pero que amarga el dulce sabor de un regreso que se sabía ganador desde hace tiempo.