Las series de adolescentes españolas parece que vuelven a estar de moda. Si Netflix triunfa con su 'Élite', poco antes Movistar+ lanzó, un poco de tapadillo, una propuesta del mismo género pero de ejecución muy diferente: 'Skam España'.
La serie es una adaptación de la serie noruega 'Skam' (tiene otras versiones en países como Holanda, Italia o EEUU) que sigue el día a día de unos jóvenes, centrándose especialmente en Eva, sus dramas amorosos y sus problemas. Pero lo que hace especial a 'Skam España' no es tanto lo que cuenta sino cómo, ese formato transmedia que tanto éxito ha tenido en el extranjero.
Puedes ver la serie de una forma tradicional, con episodios semanales de media hora que emite Movistar+ los domingos, pero lo interesante es hacerlo a través de la web y las redes sociales. Ahí está el diferencial: a lo largo de toda la semana podemos varios clips (de entre dos y cuatro minutos) que conformarán el episodio y que se publican en el momento (día y hora) en que sucede la acción, de modo que seguimos los avatares de estos personajes de ficción en tiempo real.
Así, la experiencia de seguir a diario 'Skam España' se parece más a stalkear a un grupo ficticio de adolescentes que a ver una serie tradicional (o incluso a seguir un reality como 'Operación Triunfo' o 'Gran Hermano') y esa novedad, junto con el tono realista que tiene, es lo que me enganchó desde el principio. Además, la web incluye contenido extra como pantallazos de Whatsapp que nos anticipan qué va a pasar (por ejemplo, quedan para hacer botellón el sábado y ponen al espectador en alerta) o verbalizan aspiraciones, muestran las dinámicas entre personajes o las consecuencias de algún vídeo. También hay fotos y stories en Instagram que ayudan a completar la historia.
La estrategia transmedia aquí no es un elemento tangencial como en la mayoría de las series sino prioritario, y por eso echo en falta mucho más contenido en Instagram. Si se supone que son adolescentes de hoy en día, no tiene sentido que suban una foto o un story al mes (y siempre en relación al clip), debería haber contenido a diario, ya sean fotos de ellos o cualquier cosa que ayude a definir al personaje (memes, test, preguntas y respuestas, pantallazos de Spotify, comentarios de actualidad, etc.) y que amplíe la historia. Por ejemplo, al principio vimos cómo Lara abandonaba el grupo de Whatsapp de las chicas y acto seguido subía una foto con Inés, enemiga de Eva, lo cual era una información que completa a la narrativa principal, pero no hemos vuelto a tener este tipo de giros relevantes fuera de los vídeos.
Un dato curiosioso sobre 'Skam España' es que la identidad de sus actores y actrices no es pública: se tuvieron que cerrar sus perfiles propios y sus nombres no han sido comunicados por Movistar+. Se hace para que los fans sigan las cuentas de los personajes y, sin haber duplicidad, las sientan más reales. La idea es muy buena pero, como digo, si no hay contendido constante que alimente esas redes (y no puede ser solo un material fabricado hace meses) no tiene sentido. Por poner un ejemplo, desde Zeppelin deberían fijarse en cómo la cuenta de Twitter de Paquita Salas interactúa con la realidad como si el personaje existiese (¿qué piensa Nora del último single de su artista favorito? ¿a qué serie está enganchado ahora Lucas? ¿qué hace Christian el fin de semana que pasa fuera de plano?).
El otro problema de la serie es lo poco que avanza la historia. Y entiendo que el objetivo no es, como en 'Élite, quemar trama en una incesante sucesión de giros, sino que busca construir su narración más poco a poco, día a día, como sucedería en la vida de cualquier adolescente común. Pero por realista que quiera ser, los espectadores podemos empezar a cansarnos si, cuatro semanas después de seguirla, siguen dándole vueltas al conflicto con Inés sin ni un solo avance y al drama con Jorge sin que todavía explote. O dicho con el lenguaje de la propia serie: queremos más SALSEO.
Nací en Wisteria Lane, fui compañero de piso de Hannah Horvath y 'Chicago' me volvió loco porque Roxie Hart soy yo. Tengo la lengua afilada, pero, como dijo Lola Flores, "me tenían que dar una subvención por la alegría".