En una semana de elecciones en Estados Unidos, cuando el mandato de Donald J. Trump está siendo ligeramente resquebrajado por el avance de los demócratas, volver al universo ficticio -pero, en parte, real- de ‘House of cards’ parece algo necesario. Y es que tras las excentricidades de su historia, sus altas conspiraciones y cadáveres bajo la alfombra, se esconde el relato de una clase política que no entiende de ideologías, esperanza o servicio público: son jugadores adictos al poder. Y están dispuestos a hacer lo que sea para conseguirlo y conservarlo.

La serie de Netflix acaba de volver en su sexta (y última) temporada tras una serie de catastróficas desdichas: Francis Underwood (Kevin Spacey) ha muerto mientras su mujer Claire (Robin Wright) había asumido la presidencia del país, y ahora es ella quien se enfrenta a la falta de confianza de la población estadounidense, los colaboradores dudosos en su equipo, como Mark Usher (Campbell Scott), las sombras de su pasado representadas en la figura del siempre fiel Doug Stamper (Michael Kelly) y los diferentes poderes fácticos que intentan o bien controlarla, o bien echarla abajo. Se enfrenta al sexismo, gran enemigo en esta temporada, pero también a unos nuevos jugadores, los hermanos Sheperd (Diane Lane y Greg Kinnear), representantes de los empresarios de bolsillos anchos y pocos escrúpulos que quieren tener la mano metida en el Despacho Oval.

Así es la Casa Blanca de Claire Underwood. Y así ¿acaba? su historia.

[Muchos spoilers presidenciales a continuación]

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Netflix

CÓMO BORRAR AL PROTAGONISTA DE TU SERIE

Spoiler: no lo ha hecho. Sólo lo ha escondido. Como sabemos, Kevin Spacey fue fulminantemente despedido del show de Netflix después de diversas acusaciones de abuso sexual a menores. Era el auge del #MeToo y el actor de ‘American Beauty’ fue uno de sus primeros efectos. Todo el amor que se le profesó durante sus años como Francis Underwood se desvaneció de la noche a la mañana, y sólo quedaba una pregunta por contestar: ¿vale la pena seguir con esto?

El recuerdo de Kevin Spacey está tan presente que parece un personaje más

Llámalo morbo, llámalo dinero, llámalo darle a esta serie un final digno. La plataforma anunció que sí habría una sexta (y última) temporada, pero con Robin Wright como protagonista. ¿No lo ha sido siempre? Ahora, Claire Underwood -perdón, Hale- se enfrenta a la presidencia de los Estados Unidos, que ya había obtenido en la anterior temporada, cuando puso a su marido en cuarentena y se agenció las conversaciones con los espectadores a través de la cuarta pared. Cuando empieza esta sexta entrega, sin embargo, Underwood está directamente muerto (su cadáver apareció en una de las habitaciones de la residencia presidencial, y se dijo que fue por causas naturales). Pero su recuerdo está tan presente que sigue siendo un personaje más. De hecho, es absolutamente increíble la cantidad de veces que se dice su nombre o que incluso influye al devenir de la trama.

Y es que, ¿cómo borrar el que ha sido indiscutiblemente el protagonista de tu serie? No puedes. Sacas la manzana podrida de tu cesto, pero el olor continúa. La temporada, y especialmente el final, es absolutamente de su propiedad. El gran misterio tiene que ver con su muerte. La losa que pesa sobre Claire es él, y también las principales amenazas a su puesto. El bebé es de él. La lealtad de Doug Stamper, quizás el verdadero protagonista de esta historia, es hacia él. Él es la regla con la que se mide el mundo de ‘House of cards’. Y Robin Wright lo va a combatir convirtiéndose de la noche a la mañana en una antiheroína del feminismo blanco heterosexual.

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David Giesbrecht/Netflix

LA CASA BLANCA DEL #METOO

Podría llamarse ‘House of cards’ como podría llamarse ‘Claire Underwood v. el Patriarcado: Amanecer de la justicia’. Cuestión de títulos. Desde el primer capítulo de esta sexta temporada, el objetivo es claro: tenemos ante nosotros a la primera mujer presidenta de los Estados Unidos, y los paternalismos y la misoginia van a ser el pan de cada día para ella. Es entonces cuando se introduce quizás la idea más interesante de estos últimos episodios, y que va en línea con lo que siempre ha sido ‘House of cards’, esto es, una retrato paródico implacable de una clase política supuestamente progresista como es la estirpe demócrata norteamericana.

Claire Underwood es un falso ídolo del feminismo

Claire, en su privilegio y legado tan cercanos a los de Hillary Clinton, se postula a sí misma como adalid del feminismo. Como la mujer que abre camino, que lucha contra las preguntas sexistas y la desconfianza de un país acostumbrado durante siglos a tener un hombre al mando. Recurre a la denuncia de los diferentes raseros (“¿le preguntarías eso a un hombre?”) y también a la necesidad de la representación: la imagen más potente es sin duda la de dos decenas de mujeres irrumpiendo en la sala de gobierno para tomar el control de Estados Unidos, en el primer mandato completamente femenino. Hay una tensión constante entre esta querencia de empoderamiento femenino y la realidad de esos deseos, que no es otro que mantener el poder y usar cualquier estrategia de marketing para conseguirlo. ¿Un ataque al feminismo? Más bien una reflexión sobre él: no nos dejemos engañar por falsos ídolos que juegan bajos las reglas del statu quo.

Claire Underwood es, sin duda, un falso ídolo. Es interesante que la serie no caiga en pintarla como una heroína, sino como la villana que todos sabemos que es, igual que lo fue su marido antes de ella. ¿O pensábamos que con una mujer al mando todo iba a ser bondadoso y bienintencionado? Esta temporada se propone derribar la concepción de que las mujeres son buenas por naturaleza, una creencia, por otro lado, absolutamente sexista.

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David Giesbrecht/Netflix

UN FINAL POR LA PUERTA DE ATRÁS

El final de ‘House of cards’ estaba condenado a la irrelevancia. El reto era difícil: eliminar a uno de los protagonistas y ponerle un lazo al final como si nada hubiese ocurrido, usando como cortina de humo el feminismo de Claire Underwood. Ya hemos analizado todo esto, pero, ¿qué es lo que podemos ver al final de la serie? Allá va: como era de esperar, los dos personajes por los que aún tiene sentido continuar la serie (Claire y Doug) se enfrentan a un duelo que comienza con los secretos del testamento de Francis (que su mujer escondió porque le había dejado todas sus posesiones a su perro guardián), escala durante una campaña de desprestigio de Stamper aliándose con los Sheperd y la prensa (revelar lo que su exjefe contaba en sus diarios privados que solo él tiene en su poder) y pone el punto final con una catarsis final, en la que él quiere matarla a ella, pero es ella quien termina matándolo a él con un abridor de cartas.

Queda claro en esa escena el misterio de la temporada (que fue Doug quien mató a Francis porque éste iba a matar a Claire) y, de paso, el por qué de la obsesión del personaje por guardar el buen nombre del expresidente: por pura culpabilidad. Es una solución extraña, pero interesante, a la que se la ha aderezado con demasiados ingredientes innecesarios y tratados con brocha muy gorda, desde las relaciones con Rusia hasta los conflictos de Oriente Próximo. Todo paja, todo relleno, para esconder los vacíos de una temporada final que, quizás, nunca tendría que haber existido.

Headshot of Mireia Mullor

Mireia es experta en cine y series en la revista FOTOGRAMAS, donde escribe sobre todo tipo de estrenos de películas y series de Netflix, HBO Max y más. Su ídolo es Agnès Varda y le apasiona el cine de autor, pero también está al día de todas las noticias de Marvel, Disney, Star Wars y otras franquicias, y tiene debilidad por el anime japonés; un perfil polifacético que también ha demostrado en cabeceras como ESQUIRE y ELLE.

En sus siete años en FOTOGRAMAS ha conseguido hacerse un hueco como redactora y especialista SEO en la web, y también colabora y forma parte del cuadro crítico de la edición impresa. Ha tenido la oportunidad de entrevistar a estrellas de la talla de Ryan Gosling, Jake Gyllenhaal, Zendaya y Kristen Stewart (aunque la que más ilusión le hizo sigue siendo Jane Campion), cubrir grandes eventos como los Oscars y asistir a festivales como los de San Sebastián, Londres, Sevilla y Venecia (en el que ha ejercido de jurado FIPRESCI). Además, ha participado en campañas de contenidos patrocinados con el equipo de Hearst Magazines España, y tiene cierta experiencia en departamentos de comunicación y como programadora a través del Kingston International Film Festival de Londres.

Mireia es graduada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y empezó su carrera como periodista cinematográfica en medios online como la revista Insertos y Cine Divergente, entre otros. En 2023 se publica su primer libro, 'Biblioteca Studio Ghibli: Nicky, la aprendiz de bruja' (Editorial Héroes de Papel), un ensayo en profundidad sobre la película de Hayao Miyazaki de 1989.