‘The OA’ se encuentra, paradójicamente, en la misma encrucijada como serie y como historia de ficción: a medio camino entre ser una genialidad -o fruto de lo divino- o una auténtica patraña. La misma fe que su protagonista Prairie (Brit Marling) le pide a sus amigos es la que la serie pide a sus espectadores, y es que hay que tenerla -y bien sólida- para afrontar todo lo que el relato tiene que contarnos en su segunda temporada. Desde que se diera a conocer al mundo por primera vez a través de Netflix en 2016, el show creado por Marling y Zal Batmanglij ya puede considerarse uno de los más extraños, complejos y misteriosos del momento. Y, parece, la cosa no ha hecho más que empezar.

Con los nuevos capítulos ya en la plataforma, las preguntas sin respuesta comienzan a multiplicarse. La protagonista ha entrado en una nueva dimensión, en la que ya la vimos entrar al final de la primera temporada, y afronta una nueva realidad con nuevos personajes, pero también viejos conocidos. Un nuevo misterio se alza en forma de casas abandonadas, juegos de ‘smartphone’, pulpos gigantes y jardines botánicos humanos para seguir construyendo el camino de reencuentro entre los Romeo y Julieta de los viajes interdimensionales, que se acaba revelando como el verdadero motor del relato. “La realidad es más extraña y compleja de lo que podemos concebir”, asegura Prairie en uno de los momentos de esta continuación, y su palabra va a misa en esta serie.

No hay nada fácil en ‘The OA’. Y quizás por eso es la serie que deberías estar viendo.

[Cuidado, que vienen los spoilers de la segunda temporada]

the oa netflix segunda temporada
Nicola Goode/Netflix

El misterio de los soñadores

Lo de ‘The OA’ es un ‘work in progress’: los creadores ya anunciaron que, si no hay sobresaltos, la serie debería sobrevivir durante cinco temporadas. Es decir, que la historia se extiende a través de tres temporadas más, y por tanto no hemos llegado siquiera a la mitad del misterio. Es por eso que dar sentido a todo lo que nos cuenta la segunda temporada del show es harto complicado, y en cierta manera innecesario. La verdad -si es que existe- será revelada en el futuro, mientras ahora nos conformamos con unos cuantos detalles a los que intentaremos dar sentido aquí.

Empecemos por los soñadores. En esta nueva dimensión, Prairie es Nina Azarova y Hap (Jason Isaacs) es el Dr. Percy, y ambos doppelgangers están unidos por un proyecto muy inquietante. En la época de 1920, un grupo de psicólogos alemanes se dieron cuenta de que sus pacientes compartían ciertas imágenes en sus sueños que, como descubrirían más tarde, conformaban predicciones del futuro. Estos sujetos soñaron con hombres con uniformados con trajes negros y ríos de sangre, en referencia a lo que sería más tarde la Segunda Guerra Mundial. Si aquellos pudieron realizar tal hazaña, ¿quién dice que no pueda hacerse de nuevo, y de forma más organizada, para poder asomarse así al futuro de la humanidad? En medio de este proyecto se encuentra Pierre Ruskin (Vincent Kartheiser), el novio de Azarova, que ambiciona el poder premonitorio de los sueños. Para ello, con el dinero de su pareja y la ayuda de Percy para controlar los resultados, da comienzo a un experimento donde decenas de personas son contratadas para dormir y, nada más despertar, contar lo que han visto en sueños.

La doctora Marlow Rhodes (Liz Carr) se encargaba en este proyecto de buscar los patrones, las coincidencias entre los sueños que relataban los pacientes. Y, así, llegaron a tres puntos comunes:

Un túnel del tamaño de un ataúd.
Una escalera doble curvada.
Un rosetón, es decir, una ventana redonda con cristales de colores.

Esos elementos se encontraban en una casa abandonada de San Francisco, que se creía encantada por estar construida sobre los restos de territorio nativo americano ('Poltergeist vibes'). Ruskin y Azarova compraron la casa, pero ahora necesitaban a alguien que descifrase el misterio, y corriese el riesgo de no conseguirlo. Por eso Percy creó un juego para ‘smartphones’, el Q Symphony, en el que enganchó a jóvenes de la ciudad, y a través del cual había que seguir pistas que llevaban inevitablemente a la casa. Era un filtro: quienes fueran lo suficientemente inteligentes como para descubrir las pistas que llevaran al edificio, podrían serlo también para resolver el misterio que escondía y llegar al rosetón, última parada del viaje y ventana a otra dimensión.

Lo que descubrimos hacia el final de la temporada es que había un cuarto elemento que coincidía en los sueños de los pacientes: un hombre. A través de decenas de dibujos diferentes, descubren que “el elegido” es Karim Washington (Kingsley Ben-Adir), un detective privado que es contratado al inicio de la temporada para encontrar a una niña perdida (luego entraremos en eso). Él, que ha representado al escéptico durante toda la historia, ahora se convierte en la pieza que falta, y es el que tiene que recorrer el laberinto para llegar a la casilla final. Qué paradójico.

The OA Netflix Segunda Temporada
Nicola Goode/Netflix

Tierra, agua y cielo

Explicado todo lo que está ocurriendo en la dimensión en la que transcurre mayoritariamente la historia, hay que buscar sentido a todo lo que la rodea. No es sencillo. Quizás un momento que deberíamos tener muy en cuenta sea la escena en la que Prairie cae en las raíces de los árboles, un elemento importante durante toda la temporada: es la primera imagen del primer episodio, se proyectan en las paredes de la casa de Azarova, aparecen de formas sutiles en portadas de libros o a través de ventanas… En aquel encuentro, los árboles le recuerdan a Prairie que el cuerpo que ocupa en esta dimensión es el de una médium, y es por eso que puede comunicarse con el mundo natural. “Por eso nos entiendes ahora”, le dicen, porque llevan mucho tiempo llamándola a través del viento.

Ahora entendemos, también, porque Nina es el vehículo por el que habla un inmenso pulpo gigante, que veíamos en el capítulo anterior a este. Otro momento importante de la temporada: ese animal es la encarnación Azrael, conocido como el ángel de la muerte y cuyo cometido es recibir las almas de los muertos para llevarlas a su juicio. Por qué está ahí precisamente él para darnos una pista importante para la tercera temporada es algo que no hemos logrado desentrañar. En esa conversación, el pulpo revela que sabe que ella es un OA (Original Angel), y asegura que tiene algo que la ayudará a resolver el misterio y rescatar a los demás. Para poder mandarla a un futuro donde pueda estar en la versión más pura de sí misma y completar la misión, tiene que matarla durante 37 segundos. En ese lapso de tiempo, vemos una escena importantísima: Prairie entra en un avión y se pone detrás de una mujer rubia de pelo corto, que se gira a mirarla. No da tiempo de que veamos su cara: Karim llega al escenario y mata a Azrael, por lo que parece que esos 27 segundos no se han completado y, quizás, eso tenga repercusiones en el capítulo final de temporada. Guardad este sueño -o, mejor dicho, salto momentáneo al futuro- en la memoria.

Como médium en contacto con la naturaleza, la protagonista no deja de recibir señales, ya vengan de la tierra o del agua. Este segundo elemento es el espacio para otra de las grandes revelaciones de la temporada: los cuerpos esconden el multiverso, que se manifiesta en forma de ramas y flores. Hap ha ido atrapando en su red a todos los jugadores del Q Symphony que no llegaban al final del juego y acababan muriendo en la casa, y ahora los tiene metidos en una piscina con aires de jardín botánico. El “ingeniero” ha descubierto que dentro de todos hay una estructura que crece -¿recordáis esa especie de rama que salía de las orejas de los protagonistas en la primera temporada?- hasta revelar el contenido de otras dimensiones. Sólo hay que comerse los pétalos de las flores que nacen de sus cuerpos, y vivir sus experiencias cercanas a la muerte. Es un descubrimiento que no llega a desarrollarse con todo detalle, pero que evidencia los avances extraordinarios que Hap ha hecho en la cuestión de viajar en el tiempo.

Ya se lo advirtieron los árboles a Prairie:

“Aquel que intenta poseerte, va a hacer un importante descubrimiento. Lo utilizará para acabar con tu fe en ti misma, para que dependas de él para sobrevivir. Solo la podrás recuperar formando una tribu. Ningún árbol sobrevive solo en el bosque. Ellos ya están en camino. Vienen a por ti”.

La tribu es, por supuesto, el Club de los Cinco de la dimensión original: French (Brandon Perea), Buck (Ian Alexander), Steve (Patrick Gibson), BBA (Phyllis Smith) y Angie (Chlöe Levine), la sustituta improvisada de Jesse (Brendan Meyer), que se suicida a mitad de temporada sobrepasado por la situación. Durante todos los episodios les vemos siguiendo la pista de la protagonista, persiguiendo fantasmas a través de espejos y huyendo de la justicia, en un embrollo que cada vez se les viene más encima. Pero ellos no desfallecen: su fe se mantiene a flote, aunque se tambalee por momentos. Quizás sean estos los más maltratados de la temporada, pues sus arcos dramáticos quedan en un segundo plano en favor de la dimensión paralela en la que están ocurriendo cosas extrañísimas. Sin embargo, en ese final nos queda claro que ‘The OA’ va a volver a cambiar de tercio y que, con suerte, volverá a poner a todos los personajes en la misma dimensión.

The OA Netflix Segunda Temporada
Scott Patrick Green/Netflix

Un final que sólo es una transición

¿Puedes ser el final de la segunda temporada de ‘The OA’ lo más WTF de lo que llevamos de año? Sin duda. La serie se pone meta en su último episodio para dar paso a una nueva dimensión, que es… ¿La nuestra? Empecemos por el principio. En un montaje paralelo, vemos cómo Karim llega por fin al rosetón -completando la profecía que marcaban los sueños de los pacientes del proyecto de Ruskin- y Prairie descubre la piscina de cadáveres de Hap en el Treasure Island de San Francisco. Los segundos acaban en el jardín, donde el científico ha colocado una versión gigante de los aparatos electrónicos que le mostró Elody, la viajera interdimensional (la dejamos fuera de esta explicación porque no sabemos suficiente sobre ella como para explicar su mera existencia), y que despliegan unos brazos robóticos que hacen los cinco movimientos para viajar entre dimensiones. Es decir, que no se necesitan personas para hacerlo, y ahora Hap lo sabe.

La maquinaria empieza a moverse, tanto en esta dimensión como en la original, donde Steve, BBA y compañía están practicando el baile para ayudar a Prairie a viajar. El pobre Homer (que se ha pasado toda la temporada reprimiendo los recuerdos de su anterior yo y los ha recuperado, al límite, después del beso de su amada, cual Bella Durmiente) aparece en escena y le da un puñetazo a Hap, cosa que no impide que luego éste se levante y le pegue un tiro. Es un momento muy confuso, que reúne tres situaciones paralelas y va acumulando la tensión hasta límites insostenibles.

El viaje a otra dimensión empieza a producirse. La protagonista le pide a Homer que la busque allí, porque no sabe si tendrá su memoria intacta. De alguna forma u otra, se encontrarán. Entonces, su cuerpo empieza a flotar en el aire, revelándose como una imagen angelical pura -¿la que se refería Azrael?- que se ve interrumpida por una paloma blanca. El animal viene desde la ventana del rosetón, donde Karim ya ha llegado. Es el punto cumbre de la secuencia, y que de pronto salta a un final de temporada que habrá dejado a más de un fan con la boca desencajada.

Antes, cabe recordar el poema que Karim encuentra inscrito en una puerta de la casa, y que firma T.S. Eliot:

No cesaremos en la exploración.
Y el fin de todas nuestras búsquedas
será llegar adonde comenzamos.
Conocer el lugar por vez primera.

Explorar nuevas dimensiones y volver al punto de partida: ¿es una premonición que los creadores dejarán aparcada para recuperarla en el desenlace de la historia? Lo dejaremos en ‘stand by’. Ahora, estamos en una nueva dimensión. La nuestra, en la que viven Brit Marling, Jason Isaacs y ‘The OA’ es una serie de televisión. Un momento meta que no significa necesariamente una ruptura de toda lógica de ficción, sino que inserta a los personajes -queda saber si a todos, pues sólo veremos a Steven- en una nueva realidad donde encontraremos muchas similitudes con nuestro presente.

La cuenta atrás que veíamos al inicio -7 horas y 46 minutos- se cumple con exactitud, pues esa es la duración exacta de la segunda temporada de la serie, y nos deja deseando que no tengamos que esperar tres años más para saber cómo sigue la historia.

preview for Trailer The OA Parte II
Headshot of Mireia Mullor

Mireia es experta en cine y series en la revista FOTOGRAMAS, donde escribe sobre todo tipo de estrenos de películas y series de Netflix, HBO Max y más. Su ídolo es Agnès Varda y le apasiona el cine de autor, pero también está al día de todas las noticias de Marvel, Disney, Star Wars y otras franquicias, y tiene debilidad por el anime japonés; un perfil polifacético que también ha demostrado en cabeceras como ESQUIRE y ELLE.

En sus siete años en FOTOGRAMAS ha conseguido hacerse un hueco como redactora y especialista SEO en la web, y también colabora y forma parte del cuadro crítico de la edición impresa. Ha tenido la oportunidad de entrevistar a estrellas de la talla de Ryan Gosling, Jake Gyllenhaal, Zendaya y Kristen Stewart (aunque la que más ilusión le hizo sigue siendo Jane Campion), cubrir grandes eventos como los Oscars y asistir a festivales como los de San Sebastián, Londres, Sevilla y Venecia (en el que ha ejercido de jurado FIPRESCI). Además, ha participado en campañas de contenidos patrocinados con el equipo de Hearst Magazines España, y tiene cierta experiencia en departamentos de comunicación y como programadora a través del Kingston International Film Festival de Londres.

Mireia es graduada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y empezó su carrera como periodista cinematográfica en medios online como la revista Insertos y Cine Divergente, entre otros. En 2023 se publica su primer libro, 'Biblioteca Studio Ghibli: Nicky, la aprendiz de bruja' (Editorial Héroes de Papel), un ensayo en profundidad sobre la película de Hayao Miyazaki de 1989.