'¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?' es el título de una película protagonizada por Jorge Sanz y Verónica Forqué que bebe de la tradición fílmica de nuestro país, repleta de sexo y humor para paladares algo castizos. Pero también es una de las primeras preguntas que nos surge al ver 'Love, Death + Robots', la última serie antológica de Netflix que sirve como homenaje a la ciencia ficción y los cortometrajes de animación.
'Love, Death + Robots' no es una película noventera en la que el porno se erige como protagonista y el público se acerca a ella por el morbo de ver a los actores de moda en paños menores, pero la sensación que se te queda al verla es similar. Lo que pretendía ser una versión reducida de 'Black Mirror' bien podría haberse llamado 'Sexo, Gore y Robots'. Porque sí, robots hay y muchos, y desde luego muerte también, pero desde una perspectiva muy lejana a la que algunos esperábamos.
Cuando el tráiler de la serie apareció, con música electrónica a todo trapo, no mentían en lo que prometían. Entre las luces y movimientos violentos de cámara, parecía una experiencia más similar a asistir a un club nocturno que a una reflexión sobre nuestro futuro. Pero los más inocentes, quizás por leer los nombres de David Fincher y Tim Miller entre los productores, pensamos que irían un paso más allá. Que no todo sería cyberpunk estético. Que nos regalarían guiones llenos de interpretaciones, como en casi todos los episodios de 'Black Mirror'.
En los maravillosos episodios 'Zima Blue', 'Yogur al poder' o 'Tres robots', se cumple con la profundidad esperada. Son historias sin grandes pretensiones pero con ideas muy elevadas, cuyas ejecuciones resultan impecables y te dejan reflexionando durante minutos. Para ello, tiran por el humor o plantean una forma distinta de entender la tecnología. Es decir, sin violencia de por medio.
No obstante, esto se pierde por completo cuando los guionistas deciden ponerse realistas. Cuando llega el momento de conformar distopías creíbles o mínimamente sobrias, 'Love, Death + Robots' no llega a la profundidad necesaria. No consigue adentrarse en nuestras mentes con su nave de 'Afortunados 13' ni que sintamos lástima por los guerreros de 'La Guerra Secreta'. Tampoco consigue ser todo lo "cool" que quisiera con sus apuestas más macarras. 'Punto ciego', 'Metamorfosis' o 'Devorador de almas' quieren ser puro espectáculo visual, lleno de violencia y acción. Pero, aunque no hay duda de su prodigio técnico, no dejan huella alguna
El problema de 'Love, Death + Robots' es muy sencillo: se ha quedado anticuada. La mayoría de sus episodios beben de la tendencia noventera de 'Transmetropolitan' o '12 monos', pero no tienen tiempo para profundizar en sus ideas, lo que provoca que se queden en pura estética sin fondo. En lugar de servir como metáfora de nuestra sociedad, es todo lo contrario al progreso. La violencia es gratuita y el sexo aún más, algo que funcionaba cuando la censura campaba a sus anchas y solo se buscaba provocar, pero que ha perdido todo el sentido desde la aparición de internet.
Muchos de los cortometrajes toman como excusa la ciencia ficción para ensalzar el machismo más arraigado. Como casi todo ocurre en un futuro distópico o una línea paralela, se pueden permitir sentar las bases que crean pertinentes, y eso los lleva a fenómenos del todo vergonzosos.
La gran mayoría de mujeres que aparecen en la serie son prostitutas o salen desnudas. Hasta cuando no aparece ninguna, son tratadas como mercancía. En 'El vertedero', lo más parecido a una mujer es una muñeca hinchable', y en 'Metamorfosis' solo las podemos ver en recortes de revistas eróticas. Y eso sin mencionar los chistes constantes que hacen al respecto.
Si bien se intenta revertir este aspecto en 'Buena caza', donde la espíritu cambiaformas termina vengándose de todos sus abusadores, su papel vuelve a ser polémico al poner el punto de vista sobre el chico que se enamora de ella. Aunque en 'Mano amiga' y 'La ventaja de Sonnie' se las trata de formas distinta, en este último ejemplo aparece una nueva escena de sexo gratuito que la convierte en poco más que un recurso erótico. Las pocas mujeres "fuertes" suelen estar ligadas a la violencia, lo que deriva en otro de los problemas de la serie: la ciencia ficción parece necesitar la guerra.
En 'La edad de hielo', uno de los capítulos salvables de la serie, los protagonistas observan cómo la civilización que se ha creado en su frigorífico entra en una profunda guerra nuclear. Cuando vuelven a abrir la nevera después del desastre, la civilización ha avanzado miles de años hacia adelante, por lo que la guerra se entiende como algo positivo para su progreso.
Este ejemplo se puede exteriorizar a casi todos los cortos violentos de 'Love, Death + Robots'. La guerra aparece sin que nos planteemos los porqués y, para no entrar en debates morales, se deshumaniza (o en forma de monstruos o de robots) a los enemigos. El final de 'La Guerra Secreta' lo deja claro: los hombres se sacrifican por la humanidad, pero no se explica por qué han aparecido los monstruos ni se busca una reflexión más allá del sacrificio heroico.
El clasismo de 'Love, Death + Robots' es un reflejo directo de la ciencia ficción en los últimos años. 'Blade Runner 2049' fue alabada por su mensaje, pero criticada por el papel de la mujer. El personaje femenino más interesante que aparece es el de Joi (Ana de Armas), una prostituta holográfica que cumple los deseos del protagonista.
Cuando Dennis Villenueve fue preguntado sobre la polémica, se defendió diciendo que todo es una metáfora sobre los excesos de la sociedad. En cierto punto tiene razón, pero la crítica directa utilizando el machismo o la homofobia parece tan pasada que hace preguntarnos si no es el momento de dar un paso más. ¿Por qué seguir aceptando la gratuidad de 'Metamorfosis' cuando podemos rendirnos a ideas como 'Yogur al poder'?
Ahora que la sociedad está cambiando, es el momento de que la ciencia ficción también lo haga. Si quiere ser un reflejo sobre los excesos de nuestro día a día, de nada vale que excuse un pensamiento retrógada en sus protagonistas. Como en los mejores episodios de 'Black Mirror', resulta mucho más interesante cuando plantea debates sobre las nuevas vías de pensamiento que estamos abriendo.