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[Este artículo contiene spoilers de la tercera temporada de 'Westworld']
La supervivencia está reservada, tanto en la vida como en el mundo del entretenimiento, para aquellos que saben cómo reinventarse, y 'Westworld' lo hizo de una manera catártica en su temporada 3. Tras ambientar la historia en el complejo de parques temáticos de Delos, especialmente el del Lejano Oeste que lo inició todo, la serie de HBO Max abrió sus fronteras en la tercera temporada para demostrarnos que el mundo humano funciona de la misma manera que el de los robots: mediante un sistema formado por peones atrapados en bucles mientras los poderosos sacan provecho de su trabajo y sus miserias. Los nuevos episodios rompieron el círculo y desbarataron todas las predicciones, y ahora la historia se prepara para afrontar un nuevo y apasionante camino entre las llamas del apocalipsis.
Pero antes de especular qué podría traernos la cuarta temporada (que se estrena este junio de 2022 en HBO Max), es momento de repasar las claves más importantes del final, incluidas las dos escenas poscréditos que vemos en los últimos minutos del octavo episodio, titulado 'La teoría de la crisis'. La temporada empezaba con la llegada de Dolores Abernathy (Evan Rachel Wood) a Los Ángeles, donde su plan tomaba forma poco a poco y no siempre con nuestro conocimiento. Allí conoce a Caleb (Aaron Paul), un humano al que libera de su bucle y que le ayudará a dar comienzo a su revolución, que tiene como objetivo destruir el Rehoboam (una estructura que procesa datos masivos para predecir el futuro individual y colectivo de la humanidad) y pararle los pies a su creador, Serac (Vincent Cassel), que lleva tiempo eliminando de la ecuación a todos aquellos que amenazan la seguridad del sistema. Pero, como veremos, solo intentan retrasar un fin del mundo que es inevitable, y que pondrá el contador a cero en una Tierra distópica en la que tiene que nacer un nuevo orden.
Repasamos todo lo que debes saber de ese intenso final, qué ha pasado con los principales personajes y cómo se plantea el futuro, que abre la puerta a una nueva reinvención de 'Westworld'.
El ¿adiós? a Dolores
Con ella empezamos este último episodio: una imagen que nos remite a la primera temporada, la antigua Dolores Abernathy de melena rubia perfecta y vestido azul, mirando al horizonte en un enclave típico de 'western'. "He muerto muchas veces, pero solo hay un final real... Y este lo escribiré yo misma", dice. Este primer momento, seguido de un resumen en imágenes de su camino en la serie, ya sabe a despedida. Pero aún tiene un papel muy importante que jugar en el final. Nos hemos pasado la temporada pensando que Dolores había perdido la cabeza, que planeaba matar a toda la humanidad y sumir al mundo en un caos que nadie deseaba, pero, como veremos, su verdadera intención era liberarlos. Arrebatar el poder a Incite, Serac, Rehoboam y compañía, hacer visibles las predicciones con las que controlan sus vidas y darles la opción de elegir. De eso va todo en 'Westworld', al final: de escribir tu propia historia y que nadie la escriba por ti.
Dolores, rompedora de cadenas, abre una brecha en la construida ilusión de libertad del sistema capitalista y pone a todos al mismo nivel para empezar algo nuevo. Construir una nueva sociedad sobre las cenizas. Tras desconectar a Salomón y caer redonda al final del séptimo episodio, vemos cómo Caleb ha cogido la perla de su consciencia y la coloca en un nuevo cuerpo que tenía de repuesto. Así nace la "última" copia del personaje, al que veremos recorrer toda la ciudad al estilo '2013: Rescate en L.A.', batallar con todos los obstáculos, incluida Maeve (Thandie Newton), y finalmente secuestrada por Serac, que la conecta al Rehoboam para descubrir dónde ha escondido la valiosa pieza que falta de los datos de Delos (que, como veremos luego, estaba realmente en la cabeza de Bernard). Sus recuerdos van desapareciendo en manos del sistema, pero aún le quedarán fuerzas para su última reflexión, dedicada a Maeve:
"Estaba enfadada al principio. Desgarrada entre dos impulsos. Podemos aniquilarlos o podemos destruir su mundo con la esperanza de poder construir uno nuevo. Uno que sea realmente libre. Entonces podremos traer a los demás de vuelta. Ellos nos crearon y sabían lo suficiente sobre la belleza como para enseñárnosla. Quizás puedan encontrarla ellos mismos. Pero solo si eliges un lado, Maeve. Hay fealdad en este mundo. Desorden. Yo elijo ver la belleza".
Con esas palabras, el personaje parece despedirse, consiguiendo en su último acto de rebelión que el plan de Serac se rompa en pedazos. Al introducir las predicciones de Salomón en Rehoboam, el empresario pierde el control y el poder acaba en manos de Caleb, que inmediatamente le ordena su autodestrucción. Y, con él, las últimas memorias que conformaban a nuestra Dolores. Así, su gran plan, que ha sido el motor de toda esta tercera temporada, se cumple tal y como lo había pensado, con todas las piezas del puzle colocadas en sus posiciones. Aunque quizás alguna que otra variante se le ha escapado. Así han quedado todos en ese gran esquema para el futuro.
Caleb y Maeve, líderes de la revolución
Se ha especulado mucho sobre quién es realmente Caleb, un humano que consigue escapar de su "laberinto" y acompañar a Dolores en su misión. Sus memorias se nos han ido presentando de forma difusa, como ocultando algo que se revelaría tarde o temprano. Y así ha sido, aunque nada que ver con algunas locas teorías online como que era el hermano de Serac. Este exsoldado no se cruzó en el camino de la protagonista por casualidad: ella le había elegido desde el primer momento. Y lo hizo porque ya le conocía. Como descubrimos en este último episodio, el gobierno estadounidense utilizó el quinto parque de Delos para entrenar al ejército en un entorno realista, y la cyborg fue enviada como refuerzo para "interpretar" a una de las rehenes del entrenamiento. En cierto momento, algunos soldados plantean la posibilidad de hacer lo que todos vienen a hacer a 'Westworld': pasar un buen rato con las guapas mujeres robóticas que acaban de salvar. Pero Caleb lo impide. Elige no ser lo que se espera de ellos. Elige su propio camino y luego será castigado por ello. "No te eligió por tu capacidad para la violencia, sino por tu capacidad para elegir", le dirá Maeve más tarde.
Mientras Dolores libra sus propias batallas en la ciudad, Caleb intenta llegar a Incite de todas las maneras posibles, pero las protestas en las calles y la violencia policial se lo ponen difícil. Finalmente lo consigue, pero acaba en la misma sala en la que Dolores está siendo torturada por Serac. El francés intenta enfrentar a los dos compañeros revelando el contenido del 'drive' (la predicción de futuro de Salomón: la civilización será destruida en unos 125 años), pero pronto Maeve se da cuenta de lo que ocurre: Serac es solo un títere. Rehoboam es el verdadero cabecilla de todo este sistema, ha estado susurrando al oído del empresario todo lo que tenía que hacer y decir para mantener al mundo en un falso equilibrio. Tras esta sorpresa, Maeve tiene su última conversación con Dolores en ese campo de 'western' con el que empezábamos el episodio (y esas palabras de despedida que reproducíamos antes), y es hora de que por fin escoja un bando.
Y sí, por supuesto, elige unirse a la revolución, algo que siempre estuvo en el gran plan de la protagonista: Caleb y Maeve liderando un nuevo mundo. Así lo vemos en la última escena del episodio, que nos recuerda al final de 'El club de la lucha'. Aunque en esta ocasión suena 'Brain Damage' de Pink Floyd.
La clave estaba (y está) en Bernard
La supuesta muerte de Dolores y la unión entre Maeve y Caleb ocurría en Los Ángeles, pero, en otro lugar, otros personajes nos llevaban a otra de las claves de 'Westworld'. Como muchos habrían adivinado a estas alturas, esa información del Sector 16 (un proyecto de Delos para alcanzar la inmortalidad, y también el valle al que huyeron muchos huéspedes al final de la segunda temporada) estaba efectivamente en la cabeza de Bernard (Jeffrey Wright), que ya venía sospechando que Dolores había puesto algo ahí dentro. El creador de Westworld ha pasado esta temporada de esconderse en una granja a incorporarse de nuevo en la lucha, intentando evitar el fin del mundo. Viaja con Stubbs (Luke Hemsworth), que se ha convertido en su guardaespaldas particular, y ambos acaban encontrándose con El hombre de negro (Ed Harris), que después de sus brotes psicóticos está decidido, también, a salvar el mundo (más sobre eso en la escena poscréditos).
Después de un enfrentamiento en una gasolinera, aparece una nueva copia de Dolores en el cuerpo del huésped Lawrence (Clifton Collins Jr.), que le entrega a Bernard un maletín que veíamos al inicio de la temporada en manos de otras copias de la protagonista, y le informa de que, lo quiera o no, ya está tomando parte en su plan. "La parte más importante", de hecho. Antes de revelar cuál es su destino en el nuevo mundo que se asoma en el horizonte, tendrá que hacer una última parada en la casa de Lauren (Gina Torres), la esposa de Arnold (AKA el hombre humano al que Bernard suplantó como máquina), con la que podrá cerrar los traumas que aún le atormentan. Al fin y al cabo, heredó todos los recuerdos y emociones de su antecesor humano, incluido el dolor por la muerte de su hijo. Con esto ya está listo para afrontar la sorpresa que ya vaticinábamos: el secreto que se esconde en su mente.
Ya en un motel, con un maltrecho Stubbs cubierto de hielo en la bañera, abre el maletín y se coloca en la cabeza el aparato mecánico que le permitirá ver los secretos del Sector 16. Y, quizás también, el secreto para salvar al mundo. Su cara es todo un poema. ¿Qué es lo que ha visto? Sin más explicaciones, su cabeza se desploma sobre su pecho y queda desconectado. En la segunda escena poscréditos, volveremos a encontrarle en esa misma posición, pero el tiempo ha pasado. Lo vemos en el polvo acumulado sobre él, que nos indica que posiblemente ha estado "off" durante varios años, quizás décadas. Y ahora, en este tiempo indeterminado, es hora de despertar. Bernard abre los ojos, con el conocimiento del futuro en su mente, y se dispone a ser nuevamente una pieza clave en el futuro de 'Westworld'.
Charlotte y El Hombre de Negro: La (re)rebelión de las máquinas
Dolores ha vivido un viaje, como ella misma contaba a Maeve en su última escena: empezó consumida por la rabia por lo que le habían hecho los humanos, y acabó entendiendo (probablemente a través de Caleb) que la humanidad no es un ente monolítico y que también merecen la oportunidad de salvarse. Eso sí, tomando sus propias decisiones y no dejando que otros escriban su historia. Pero que ella haya recorrido toda esa línea de pensamiento no quiere decir que sus copias, las que la han ayudado a cumplir su plan en esta temporada, hayan llegado a las mismas conclusiones. Charlotte Hale (Tessa Thompson) fue enviada a una misión suicida en la sede de Delos (cuyos escenarios, por cierto, son los de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia), donde Serac la descubre como el topo y que lleva al asesinato de su familia. Bueno, la familia de Charlotte que la cyborg había integrado como suya (la misma conexión emocional que pasó de Arnold a Bernard).
Entre las cenizas del coche ardiendo donde su marido y su hijo han sido calcinados, una maltrecha Charlotte escapa y aparece en forma de holograma varias veces ante Dolores para ponerle palos en las ruedas. Está furiosa. El dolor la consume y busca venganza. No volveremos a verla hasta la primera escena poscréditos, en la que la encontramos en los sótanos de Delos llevando a cabo el plan original de Dolores: destruir a la humanidad y reemplazarla por huéspedes. Lo descubrimos a través de El Hombre de Negro, que irrumpe en el edificio dispuesto a "salvar al mundo", pero se encuentra con una sorpresa que no se esperaba: sí, tendrá un papel en esta nueva parte de la historia, pero no será su versión de carne y hueso, sino una copia robótica que Charlotte ha creado y que le acaba cortando el cuello. La copia sustituye una vez más al original. A la espera de conocer con más detalles el plan de esta nueva ¿villana? de la historia, nos quedamos con una imagen escalofriante: centenares de bañeras (donde se construyen los cuerpos de los huéspedes) preparadas para crear un ejército de máquinas. La guerra no ha hecho más que comenzar.
¿Qué nos espera en la cuarta temporada?
El caos se apoderó del mundo robótico de Delos y ahora también lo ha hecho del mundo humano. Como reflexiona Bernard, si los huéspedes pudieron encontrar la libertad echando abajo el sistema, ¿por qué no podrían hacerlo también los humanos? Así empieza una nueva etapa en 'Westworld', que sin duda traerá mucha guerra. Los principales bandos parecen claros: Caleb y Maeve como líderes de un movimiento heredado por Dolores para construir una nueva y mejor sociedad, contra la ofensiva de Charlotte y su ejército de máquinas, cuyo objetivo es destruir completamente a los humanos y sustituirlos por su raza. En mitad de esa dicotomía hay varios actores importantes, especialmente Bernard, que cuenta con una información privilegiada que podría decantar la balanza en esta batalla de titanes.
Así es como se presenta la ya confirmada cuarta temporada de la serie de HBO, pero muchas preguntas siguen en el tintero: ¿ha muerto realmente Dolores? ¿Y El Hombre de Negro? ¿Cuánto tiempo ha pasado dormido Bernard? ¿Tendrá algún papel Serac, aún vivo, en el futuro de la historia? ¿Se reencontrará Maeve con su hija? ¿Existe el libre albedrío? Sí, decía Dolores, "pero es duro de cojones".
Esta tercera temporada de 'Westworld', con fuertes influencias de 'Terminator', 'Matrix' y raíces filosóficas sobre la libertad del ser humano en tiempos de ultramodernidad, reflexiona sobre muchas ansiedades contemporáneas: la pérdida de la privacidad (hay un énfasis en la necesidad de los datos personales como elemento necesario para controlar a los destinos de las personas), la cuestión de la productividad profesional como una trampa en forma de telaraña, las diferencias sociales entre quienes poseen el capital y los que se desloman para generarlo, el miedo profundo a perder el control sobre los avances tecnológicos que forman parte orgánica de la sociedad (una constante en la ciencia ficción desde Isaac Asimov hasta '2001: Una odisea en el espacio'), la incapacidad de imaginar un cambio de sistema (el capitalismo) porque quienes controlan los medios nos advierten del caos... Pero, ¿y si es el caos lo que necesitamos? ¿Y si es el único camino para conseguir darle la vuelta a las cosas y construir una nueva sociedad quizás más justa? Ahora mismo, solo 'Westworld' tiene las respuestas.

Mireia es experta en cine y series en la revista FOTOGRAMAS, donde escribe sobre todo tipo de estrenos de películas y series de Netflix, HBO Max y más. Su ídolo es Agnès Varda y le apasiona el cine de autor, pero también está al día de todas las noticias de Marvel, Disney, Star Wars y otras franquicias, y tiene debilidad por el anime japonés; un perfil polifacético que también ha demostrado en cabeceras como ESQUIRE y ELLE.
En sus siete años en FOTOGRAMAS ha conseguido hacerse un hueco como redactora y especialista SEO en la web, y también colabora y forma parte del cuadro crítico de la edición impresa. Ha tenido la oportunidad de entrevistar a estrellas de la talla de Ryan Gosling, Jake Gyllenhaal, Zendaya y Kristen Stewart (aunque la que más ilusión le hizo sigue siendo Jane Campion), cubrir grandes eventos como los Oscars y asistir a festivales como los de San Sebastián, Londres, Sevilla y Venecia (en el que ha ejercido de jurado FIPRESCI). Además, ha participado en campañas de contenidos patrocinados con el equipo de Hearst Magazines España, y tiene cierta experiencia en departamentos de comunicación y como programadora a través del Kingston International Film Festival de Londres.
Mireia es graduada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y empezó su carrera como periodista cinematográfica en medios online como la revista Insertos y Cine Divergente, entre otros. En 2023 se publica su primer libro, 'Biblioteca Studio Ghibli: Nicky, la aprendiz de bruja' (Editorial Héroes de Papel), un ensayo en profundidad sobre la película de Hayao Miyazaki de 1989.