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Las despedidas siempre son amargas, y la de 'Las escalofriantes aventuras de Sabrina' en Netflix no ha sido una excepción. Ahora bien, el sentimiento no se debe solamente al hecho de que no volveremos a ver a Kiernan Shipka pasárselo bomba entre los hechizos y tórridos romances de la bruja adolescente, sino también a que el desenlace de la serie ha dejado mucho que desear.
Desde sus primeros episodios, Sabrina ha vivido muchas aventuras: de vivir el primer amor a convertirse en una poderosa bruja, de practicar magia en la Academia a levantar la pierna con el traje de animadora, del despertar sexual a las revelaciones sobre su padre biológico, de coquetear con los viajes en el tiempo a ocupar el trono en el infierno... Hay mucho con lo que ponerse al día si vas con retraso. Pero aquí vamos a centrarnos en el final de la Parte 4, que se estrenó en 'streaming' el pasado 31 de diciembre.
La historia comienza con la inusual situación con la que nos dejó el final de la tercera temporada, con la existencia de una Sabrina en el Infierno y otra en la Tierra. Seguimos a esta última, que de pronto siente un vacío enorme. Sus amigos están enfrascados en sus propios romances, su relación con Nick está muerta y la vida en el aquelarre que ahora dirige su tía Zelda, adoradoras de Hécate, no le interesa lo más mínimo. La protagonista está viviendo una crisis adolescente en toda regla, y piensa que quizás tomó la decisión errónea al escoger su vida terrenal. Por suerte, algo llamado los horrores arcanos la tendrán entretenida: el padre Blackwood ha invocado ocho grandes amenazas (la Oscuridad, el Extraño y el Vacío, entre otros) que podrían destruirlo todo.
Ya comentamos en su momento cómo acaba la temporada (y la serie), así que ahora toca mirarlo bajo el ojo crítico. Repasamos lo bueno y lo malo de esta última temporada de la serie de Netflix.
Lo bueno: Una temporada fantástica y un 'crossover' icónico
Aunque el título de este artículo avecine una crítica dura contra el final de la serie, lo cierto es que esta cuarta temporada ha sido, en general, fantástica. Quizás por eso el desliz de las últimas escenas duele más. 'Las escalofriantes aventuras de Sabrina' plantea sus últimos episodios con una estructura clara, concisa y emocionante: ocho misteriosos horrores arcanos llegarán a Greendale uno a uno (episodio a episodio) para provocar el caos, hasta llegar al "indestructible" Vacío que acaba precipitando el final. Es una estructura increíblemente acertada, que nos predispone al inicio de cada episodio para esperar un nuevo villano que ponga a los protagonistas contra las cuerdas.
Así, hemos vivido episodios increíbles en esta temporada. Por ejemplo, en el que uno de los horrores permite al padre Blackwood crear una realidad alternativa en la que él es una suerte de Adolf Hitler y Sabrina, que no parece estar afectada por la ilusión, se alía con la Resistencia para devolver el mundo a su estado natural. O aquel en el que los protagonistas tienen que darlo todo en una batalla de bandas cuando un grupo de cuatro 'retornados' pretende imponer sus normas.
Aunque el episodio que seguro que no olvidaremos es en el séptimo episodio, en el que descubrimos que ese 'crossover' que Netflix compartió en redes sociales entre las tías Zelda y Hilda de la 'sitcom' de los 90 y la Sabrina actual no era solo una herramienta promocional, sino que forma parte de la historia. Así lo vemos en este capítulo, en el que Sabrina se ve atrapada en el plató de 'Sabrina, cosas de brujas', obligada a repetir las escenas de su vida una y otra vez, sometida bajo el control del horror arcano Infinito, que no es otro que el gato Salem. Que, ahora sí, sí que habla. Un episodio que combina nostalgia, comedia, sangre y tragedia. De lo mejor que nos deja la temporada.
Lo malo: Un desenlace abrupto y una muerte innecesaria
Tenemos que hablar del final de 'Las escalofriantes aventuras de Sabrina'. Una vez hemos pasado por todos los horrores arcanos, la protagonista llega a El Vacío, que amenaza con succionar todas las realidades y planetas. La serie lo representa de una forma muy original, como una sala de museo con los planetas engullidos repartidos por el suelo y unas pinturas colgadas de las paredes blancas. Ah, y el nombre bien grande en la entrada, no vaya a ser que alguien se pierda.
Sabrina descubre que la manera de combatir a este horror es abriendo la Caja de Pandora en su interior, arrastrándolo completamente dentro del objeto y atrapándolo para siempre. Pero claro, mantener la caja abierta hasta el último momento supone que, quien la esté sosteniendo, tiene que quedarse allí dentro hasta el final y, posiblemente, morir. Tras una serie de interrupciones, la protagonista y sus amigos consiguen derrotar a El Vacío, pero el precio acaba siendo la vida de Sabrina, que muere definitivamente.
Veamos. Esas "interrupciones" a las que nos referíamos (la interrupción del plan de la Caja de Pandora, Sabrina con el Vacío dentro, las semanas con Blackwood, el plan de Nick viajando al espacio...) lastran increíblemente toda la historia del último episodio, que comprende un periodo de tiempo bastante largo y nos lo despacha en apenas una hora. Podrían haber simplificado la historia o quizás haber aprovechado que era el ultimísimo episodio para darle el doble de duración, pero no: el resultado son eventos bastante importantes saltando rápidamente de uno a otro, a toda prisa, con situaciones que no tenemos tiempos ni de asimilar ni de disfrutar, y llevándonos abruptamente a la trágica muerte de la protagonista.
Y luego está la escena final, que, lejos de ser romántica, es totalmente aleatoria. En ella vemos a Sabrina tan tranquila en una especie de limbo o paraíso (muy parecido a El Vacío) y, de repente, aparece Nick. Lo suyo ya venía siendo de juzgado de guardia (a mitad de temporada, cambia radicalmente de actitud y pasa de sus juegos sexuales con Prudence a ser el novio heroico de la protagonista de nuevo, sin más), pero su explicación de su presencia en ese momento es tremendo: dice que se fue a nadar al Mar de los Dolores después de pegarse una borrachera, porque estaba triste por la muerte de su amada, y se ahogó, con lo que ahora está muerto y, de todas maneras, "lo importante es que estamos aquí juntos por los siglos de los siglos".
Aunque decidamos pensar que esta podría ser una alucinación de Sabrina, que no quiere estar sola en el Más Allá, el momento es completamente innecesario. La protagonista ha muerto como una auténtica heroína, sacrificando su vida para salvar al resto del mundo, pero la última imagen que nos llevamos de ella es que lo que más importaba en su historia, por encima de ella misma, era su relación con un hombre. Para una serie cuya primera temporada que se cuestionó las bases del patriarcado, esto se antoja un cierre romanticón sin sentido.

Mireia es experta en cine y series en la revista FOTOGRAMAS, donde escribe sobre todo tipo de estrenos de películas y series de Netflix, HBO Max y más. Su ídolo es Agnès Varda y le apasiona el cine de autor, pero también está al día de todas las noticias de Marvel, Disney, Star Wars y otras franquicias, y tiene debilidad por el anime japonés; un perfil polifacético que también ha demostrado en cabeceras como ESQUIRE y ELLE.
En sus siete años en FOTOGRAMAS ha conseguido hacerse un hueco como redactora y especialista SEO en la web, y también colabora y forma parte del cuadro crítico de la edición impresa. Ha tenido la oportunidad de entrevistar a estrellas de la talla de Ryan Gosling, Jake Gyllenhaal, Zendaya y Kristen Stewart (aunque la que más ilusión le hizo sigue siendo Jane Campion), cubrir grandes eventos como los Oscars y asistir a festivales como los de San Sebastián, Londres, Sevilla y Venecia (en el que ha ejercido de jurado FIPRESCI). Además, ha participado en campañas de contenidos patrocinados con el equipo de Hearst Magazines España, y tiene cierta experiencia en departamentos de comunicación y como programadora a través del Kingston International Film Festival de Londres.
Mireia es graduada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y empezó su carrera como periodista cinematográfica en medios online como la revista Insertos y Cine Divergente, entre otros. En 2023 se publica su primer libro, 'Biblioteca Studio Ghibli: Nicky, la aprendiz de bruja' (Editorial Héroes de Papel), un ensayo en profundidad sobre la película de Hayao Miyazaki de 1989.