"Hola, soy Chucky, y seré tu amigo hasta el final. ¡Hidey-ho!". Así se presentaba el muñeco diabólico en su primera aparición en la película de 1988. Siete secuelas después, un remake y ahora una serie de televisión, es cierto que Chucky sigue siendo nuestro amigo. Sobre todo si perteneces al colectivo LGTBIQ+.
Esto se ha hecho más evidente que nunca en la serie 'Chucky', actualmente en emisión en SYFY. Creada y supervisada por el padre de la saga, Don Mancini, esta serie de ocho episodios que ya tiene segunda temporada asegurada es una secuela directa de la película de 2017 'Cult of Chucky'. Ahora el muñeco asesino aparece en un idílico pueblo estadounidense y se hace amigo de un joven homosexual de 14 años.
Jake Wheeler (interpretado por Zackary Arthur) es el protagonista de la serie, un chico gay adolescente que sufre bullying en el instituto y además convive con un padre alcohólico y maltratador (al que da vida nada más y nada menos que quien fuera un icono juvenil de los 90, Devon Sawa). Chucky pronto intima con él y se dispone a dejar un reguero de sangre a su paso: la sangre de los que le hacen la vida imposible al pobre Jake.
Esta orgía de venganza queer es a la vez una metáfora del conflicto y la rabia que Jake siente por dentro. Pero no es la primera vez que Chucky se convierte en una alegoría de algo: en la primera 'Muñeco diabólico' representaba la fiebre consumista. Tiene sentido que el padre de la saga, Mancini, un hombre abiertamente homosexual, haya acabado hablando de su experiencia personal.
“Esta serie es probablemente la cosa más personal que he hecho en cuanto a la historia en sí misma", dijo Mancini a Advocate. "El protagonista es un chico gay de 14 años que tiene muchos de los problemas que yo tuve cuando era un chico gay de 14 años en los años 70. Esta serie utiliza a Chucky como una metáfora del bullying, la cultura del bullying que, por desgracia, sigue presente en la juventud de hoy en día”.
De hecho Chucky se muestra abiertamente defensor de la diversidad. En una escena muy graciosa del segundo episodio, el muñeco le dice a su nuevo dueño que él mismo tiene un “hijo queer”, refiriéndose a Glen/Glenda, el bebé de género fluido de ‘La semilla de Chucky’. Jake le pregunta si le parece bien, y Chucky responde: “No soy un monstruo”.
La novedad de 'Chucky' es que hace explícito lo que siempre ha sido subtexto. El cine de terror ha jugado mucho con metáforas y referencias LGTBIQ+: 'Pesadilla en Elm Street 2: La venganza de Freddy’ o ‘Hellraiser’ son dos de los ejemplos más citados, recogidos por Javier Parra en su libro recientemente publicado ‘Scream Queer’ (Editorial Dos Bigotes). Ahora el chico homosexual lo es explícitamente, y no está codificado como un monstruo.
Para Don Mancini, esta serie, un "coming of age" de autodescubrimiento muy personal, no es más que un paso adelante en su construcción de una mitología LGTBIQ+ dentro de la saga del muñeco diabólico. “Desde ‘La novia de Chucky’ empecé a inyectar deliberadamente contenido gay específico en la franquicia. Y con cada nueva película lo he ido subiendo más y más”, le dijo a SFX. La saga ha estado llena de referencias como personajes andróginos, la presencia de la diva gay Jennifer Tilly, un personaje gay en ‘La novia de Chucky’ interpretado por Gordon Michael Woolvett, un enfermero gay y una pareja lésbica en ‘Cult of Chucky’, y otra pareja lésbica en ‘Curse of Chucky’.
Licenciado en Comunicación Audiovisual, es el típico que entró en la carrera queriendo ser director de cine hasta que se le quitó la tontería a los 15 minutos. Le encanta escribir sobre series, pero también lo hace sobre películas. Marvel, terror, HBO o dramones indies, cualquier género, forma y medio es bueno si la historia lo vale. Las entrevistas y el cine español son su debilidad, y está enganchado a ‘Drag Race’.