Muchos piensan que ‘Breaking Bad’ es la mejor serie de la historia de la televisión. Y aunque una sentencia tan drástica y definitiva siempre va conllevar un necesario debate, puede que sí lo sea. O al menos está muy arriba en el ranking. Algunos aman ‘Breaking Bad’ pero creen que hay otra serie mejor aún: ‘Better Call Saul’. “Hoy en día me encuentro con gente a diario que me dice que ‘Better Call Saul’ es su favorita de las dos. Me encanta oír eso”, confesó en una entrevista Vince Gilligan, creador de ‘Breaking Bad’ y co-creador junto a Peter Gould del spin-off, que es a la vez precuela y secuela de la serie original.

Puede que muchos de los fans de la historia de cómo Walter White se convirtió en Heisenberg no hayan logrado engancharse a la tragedia de Jimmy McGill, un abogado con demasiado talento para el engaño y las trampas que muy a su pesar acabó convirtiéndose en Saul Goodman, el personaje que Bob Odenkirk tan bien interpreta. Al fin y al cabo el spin-off se ha tomado su tiempo para contarnos esa transformación: en la sexta y última temporada, que se estrena este martes 19 de abril en Movistar Plus+, Jimmy ya se ha cambiado el nombre legalmente pero aún no ha abrazado del todo su nueva personalidad.

Una serie que exige paciencia y reformula los ritmos televisivos

'better call saul'
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Jimmy McGill alias Saul Goodman en ’Better Call Saul’

La lentitud de su ritmo y en el avance de sus tramas, algo de lo que también se acusó en cierto momento a ‘Breaking Bad’, ha sido una de las grandes críticas que ha recibido ‘Better Call Saul’. Hace unos días el prestigioso medio estadounidense The Atlantic publicó un artículo en el que un crítico de televisión confesó que ha utilizado el botón del x1.5 de Netflix para verla: “Puede ser magnífica. También puede ser tediosa. Tediosa con escenas frecuentes de cepillados de dientes. Tediosa con subtramas a lo largo de varias temporadas sobre facturas de residencias para mayores. Tediosa con observaciones lentas y repetitivas sobre la condición humana. Tan tediosa que dejé de verla después de tres años”.

Y si bien esta declaración, viniendo de alguien que se dedica a analizar la ficción televisiva, me parece vergonzosa y cuestionable, lo cierto es que puedo entenderlo. Durante sus primeros años, ‘Better Call Saul’ puso a prueba la paciencia de los espectadores más entregados. Especialmente en una era en la que consumimos ficción a veces en las peores condiciones (con el móvil en la mano, haciendo otras cosas mientras vemos las series de fondo, o directamente poniéndolas a una velocidad más rápida), esta es una obra que exige que te pares a verla tranquilamente, adaptándote a su ritmo pausado y a sus largas secuencias en las que los personajes llevan a cabo acciones a primera vista banales.

De una forma parecida a David Lynch en la fantástica 'Twin Peaks: El regreso', Gilligan y Gould se atreven a reformular los ritmos televisivos, que tradicionalmente han sido exclavos de la inmediatez y el impacto constante para mantener al espectador enganchado y que no cambiara de cadena.

La tercera temporada empezó con una escena de 10 minutos en la que Mike Ehrmantraut, el mítico matón de avanzada edad de ‘Breaking Bad’ interpretado por Jonathan Banks, desguazaba su coche en absoluto silencio. Por lo que había ocurrido al final de la segunda temporada, habíamos de suponer que lo hacía para buscar un chip de seguimiento, pero nunca se explicaba explícitamente con palabras. Cuando efectivamente lo encuentra, vemos a Mike realizando un elaborado y gradual plan a lo largo del episodio por el que acaba agotando la batería del chip, reemplazándolo por uno propio y dejando que las personas que le están siguiendo recojan el chip nuevo pensando que es el antiguo, para que Mike pueda entonces seguir a sus espías y descubrir quién le está vigilando.

Lo que en la mayoría de las series se habría contado con una elipsis y dos líneas de guion sobreexplicativas, es una trama de varias largas escenas sin diálogo en manos de Gilligan y Gould (este último, el creador del personaje Saul Goodman en ‘Breaking Bad’, lleva actuando como showrunner en solitario desde la tercera temporada del spin-off). Si esto suena a tortura china para alguien es porque no ha visto nunca ‘Breaking Bad’ o no recuerda su potencia visual y su excelencia narrativa. ‘Better Call Saul’ hereda de su serie madre el gusto por los planos inesperadamente espectaculares, el posicionamiento original de la cámara y la construcción de imágenes inolvidables. La fea Nuevo México se convierte en el universo creado por Gilligan en un intrigante western lleno de insólita belleza.

Más allá de lo visual, ‘Better Call Saul’ simplemente encuentra placer y jugo narrativo en los procesos más mundanos. Al fin y al cabo esta es la serie de un abogado en la que el oficio legal no está idealizado o sobredimensionado como suele verse en el audiovisual. Uno de los mayores clímax de la ficción, en su segunda temporada, consiste en ver a Jimmy falsificar cuidadosamente unos documentos a lo largo de un arduo y extensivo trabajo… en una copistería. Y creedme, resulta fascinante de ver.

Un desenlace que premia la paciencia

Y, aquí está la clave: es finalmente satisfactorio. Como ocurría en ‘Breaking Bad’ (aunque esta fue mucho menos pausada), la espera y la construcción escalonada de sus diferentes tramas han ido conduciendo a un desenlace que premiará la paciencia. No en vano la quinta temporada fue la mejor de toda la serie.

Un final, por cierto, que no será tan explosivo como el de su serie madre pero, de una extraña forma, sí se presiente como más trágico. Porque la historia de Jimmy McGill es menos espectacular que la de Walter White, su caída a los infiernos menos vistosa; pero a la vez es mucho más humana. Walter era un hombre que se convirtió en monstruo al ser consumido por una amargura y una maldad que tenía adormecidas. Jimmy es solo un pobre diablo menospreciado por el mundo (y especialmente por su hermano, Chuck, uno de los grandes personajes de la serie interpretado inmensamente por Michael McKean) que quiere ser un buen abogado pero siempre se acaba dejando llevar por su instinto tramposo. “Solo vas a seguir hiriendo a la gente, Jimmy, eso es lo que haces”, le decía Chuck en el final de la tercera temporada. “Al final vas a hacer daño a todos los que te rodean. No puedes evitarlo. Así que deja de pedir perdón y acéptalo. Abrázalo. Sinceramente, te respetaría más si lo hicieras”.

Como sabemos que Jimmy acabará convirtiéndose en su alter ego, el abogado que defiende a los narcotraficantes y asesinos y se enriquece a costa del crimen Saul Goodman, las palabras de Chuck duelen especialmente. Porque ese es el gran hallazgo de ‘Better Call Saul’: consigue que nos enamoremos de Jimmy, ese hombre al que nunca conocimos en ‘Breaking Bad’ porque ya estaba “muerto”.

rhea seehorn como kim wexler en 'better call saul'
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Rhea Seehorn como Kim Wexler en ’Better Call Saul’

Y esas palabras también resuenan cuando pensamos en Kim Wexler, el mejor personaje de la serie y la mejor interpretación, la de Rhea Seehorn. Kim es a Jimmy lo que Skyler fue a Walter: interés amoroso, Pepito Grillo y por momentos también cómplice en sus fechorías. Pero su evolución y su profundidad, a menudo otorgada por la actuación entre líneas de Seehorn, son una delicia tan grande que incluso en los momentos más difíciles de soportar el ritmo pausado me mantuvo enganchado.

Por supuesto Kim es, junto con Nacho Varga (Michael Mando), el personaje más importante cuyo destino no conocemos porque no se le mencionaba en ‘Breaking Bad’. A estas alturas, antes de empezar la última temporada, la pregunta ya no es tanto si Kim Wexler vivirá sino si Kim Wexler acabará sucumbiendo a la oscuridad como Jimmy. Y no sé cuál de las dos opciones me resulta más dolorosa de imaginar.

Dos series en una (y una mucho mejor que la otra)

giancarlo esposito y jonathan banks como gus fring y mike ehrmantraut en 'better call saul'
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Giancarlo Esposito y Jonathan Banks como Gus Fring y Mike Ehrmantraut en ’Better Call Saul’

Dicho esto, ‘Better Call Saul’ no es perfecta incluso aunque aceptemos de buen grado el pacto de paciencia que exige desde el principio. Conforme la serie avanza se hace más y más evidente que está contando dos historias en una, no siempre conectadas: la de Jimmy McGill por un lado y la de los narcotraficantes y criminales que poblarán el universo de ‘Breaking Bad’, con Mike, Gus Fring (Giancarlo Esposito) y Hector Salamanca (Mark Margolis) a la cabeza. Esta otra mitad es la menos interesante y a menudo parece que los guionistas la cuentan porque sienten que se lo deben a la serie original y a sus fans, llenando ‘Better Call Saul’ de cameos de personajes más o menos importantes de ‘Breaking Bad’. En la sexta temporada ya se ha confirmado que veremos a Walter y Jesse, los icónicos protagonistas de la serie interpretados por Bryan Cranston y Aaron Paul.

Que sus partes más innecesarias y soporíferas sean precisamente las que conectan más directa y explícitamente con ‘Breaking Bad’ dice algo bueno de ‘Better Call Saul’: ha alcanzado un estatus en el que podemos considerarla algo más que una precuela. Es una serie en sí misma, y una con la dirección y la fotografía más estimulantes de la televisión actual y unos guiones exhaustivos e inteligentes. Sin duda es una de las mejores series en emisión, y lo seguirá siendo durante los próximos meses (la temporada final acabará en verano). ¿Mejor o peor que ‘Breaking Bad’? No sé la respuesta, pero que podamos hacernos la pregunta ya debería ser una razón para que mucha más gente la estuviera viendo.

Headshot of Javier P. Martín

Licenciado en Comunicación Audiovisual, es el típico que entró en la carrera queriendo ser director de cine hasta que se le quitó la tontería a los 15 minutos. Le encanta escribir sobre series, pero también lo hace sobre películas. Marvel, terror, HBO o dramones indies, cualquier género, forma y medio es bueno si la historia lo vale. Las entrevistas y el cine español son su debilidad, y está enganchado a ‘Drag Race’.