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Si algo nos enseñó ‘Muñeca rusa’ es que el tiempo es un constructo. Esta serie de Netflix sobre Nadia, una mujer que se queda encerrada en el día de su 36º cumpleaños, muriendo y resucitando una y otra vez, estrenó su primera temporada (y la que podría haber sido la única, teniendo en cuenta su final bastante cerrado) el 1 de febrero de 2019. Desde entonces han pasado más de tres años y muchas cosas que no es necesario enumerar. Pero ¿qué son tres años? ¿Qué es un día? En palabras de la propia Nadia: “Jueves. ¡Menudo concepto!”.
La pandemia fue la razón por la que esta segunda temporada se ha retrasado más de lo esperado, pero con suerte habrá servido para que más gente la haya ido descubriendo durante este tiempo. ‘Muñeca rusa’ es una pequeña joya que no ha recibido tanta atención como bombazos de Netflix como ‘Stranger Things’, ‘The Witcher’ o ‘La casa de papel’. Pero confiad cuando os decimos: vale la pena darle una oportunidad. De hecho lo mejor es verla sin saber nada de ella, para poder sorprenderte con cada uno de sus divertidos e inesperados giros y emocionarte con la historia de su protagonista.
Si aun así estos dos párrafos no te han convencido, aquí te traemos un puñado de razones para adentrarte en este delirante bucle temporal. La segunda temporada acaba de estrenarse en Netflix, así que te da tiempo a ponerte al día (spoiler sobre una de las razones para verla: ¡es corta!). Y si por el contrario eres fan de la serie, este texto te servirá para refrescar algunos conceptos (más allá de “jueves”) antes de zambullirte en los nuevos episodios.
La fórmula del Día de la Marmota no envejece
Efectivamente, la mayor referencia de la primera temporada (después hablaremos de la segunda) es ‘Atrapado en el tiempo’, en la que Bill Murray revivía el mismo día (el de la marmota) una y otra vez. ‘Muñeca rusa’ toma prestados algunos recursos como el de la canción que suena siempre al volver a empezar, en este caso no es ‘I Got You Babe’ sino ‘Gotta Get Up’ de Harry Nilsson. ¿No la conoces? Espérate a ver la serie, se te quedará grabada para siempre.
Lo bueno del subgénero de bucles temporales es que no envejecen (sí, eso es un chiste) porque en los mejores casos suele utilizarse el recurso de ciencia ficción para contar algo sobre el personaje. En los últimos años hemos tenido casos memorables como ‘Free Guy’, blockbuster con mucho encanto, o las dos comedias románticas indies ‘Palm Springs’ y ‘El mapa de las pequeñas cosas perfectas’. Ambas muy recomendables y la segunda la puedes ver en Amazon Prime Video.
En el caso de ‘Muñeca rusa’, el bucle temporal sirve como metáfora del ciclo tóxico e insano en el que vive Nadia, una desarrolladora de videojuegos drogadicta que tiene pánico al compromiso y vive bajo la sombra del trauma de tener una madre con severos problemas mentales. ¿Suena deprimente? Sigue leyendo.
Su tono oscuro y macabro, pero profundamente divertido
Una de las partes más divertidas de la primera temporada es un montaje en el que vemos morir en incontables ocasiones y de muy diversas maneras a Nadia. Ese es el tipo de humor de ‘Muñeca rusa’: oscuro y macabro. Pero gracias a la interpretación de Natasha Lyonne, a la que conoceréis de ‘Orange Is the New Black’ (o quizá de ‘American Pie’, o de ‘But I’m a Cheerleader’, ‘Colgados en Beverly Hills’ o incluso ‘Todos dicen I Love You’ si tenéis buena memoria), todas las desgracias que le ocurren a esta mujer cada vez más perdida y desesperada son fuente de carcajadas.
La voz de Natasha Lyonne
Cada vez vemos más series escritas, y/o dirigidas por sus actrices protagonistas, desde ‘Girls’ a ‘Fleabag’ pasando por ‘Podría destruirte’ o la española ‘Cardo’. ‘Muñeca rusa’ está dentro de este saco, porque Lyonne es co-creadora, guionista de muchos de los episodios y directora de algunos. Más allá de ella es una serie capitaneada por mujeres: Lyonne, Leslye Headland (directora y guionista de cintas indie como ‘Despedida de soltera’ y ‘Nunca entre amigos’) y la gran Amy Poehler (‘Parks & Recreation’, ‘Saturday Night Live’) son las tres creadoras. Mientras que esta última actúa como productora, Lyonne y Headland son las showrunners de la primera temporada y la escriben y dirigen entre las dos.
En la segunda temporada Headland ya no está presente (está preparando una serie para Lucasfilm que estará dentro de la oferta de ‘Star Wars’ en Disney+, pero aparte se dice que acabó tarifando con Lyonne) y es la protagonista quien escribe cuatro guiones de los siete episodios y dirige tres de ellos.
En realidad ‘Muñeca rusa’ tiene mucho de la vida personal de Natasha Lyonne, aunque no podríamos considerarla autoficción; al fin y al cabo, Lyonne nunca se ha quedado atrapada en un bucle temporal (que sepamos). Pero sí ha tenido sonoros problemas con las drogas, que empezaron muy pronto por su temprana entrada en Hollywood y por su tormentosa relación con sus padres. Estos también eran drogadictos y alcohólicos y su madre también tuvo problemas mentales, como la madre de Nadia (interpretada en la serie por la musa indie Chloë Sevigny, amiga íntima de Lyonne).
Pero además de su vida personal, Lyonne ha volcado toda su visión como artista. Aunque nunca había escrito y dirigido hasta ahora, su estilo viene muy marcado desde su obsesión por el cine en la infancia. Cita obras fundacionales de los 70 como ‘All That Jazz (Empieza el espectáculo)’ de Bob Fosse o ‘Una mujer bajo la influencia’ de John Cassavetes; películas ochenteras, punk y oscuras como ‘Jo, ¡qué noche!’ de Martin Scorsese, ‘Sid y Nancy’ o ‘Videodrome’ de David Cronenberg y cintas de género y pulp de los 90 como ‘Drácula de Bram Stoker’ de Francis Ford Coppola. Otros directores a los que homenajea son Orson Welles y Spike Lee.
A eso hay que añadir su humor típicamente judío y neoyorquino, su amor por ‘Colombo’ y su protagonista Peter Falk y su ascendencia húngara en la que hay víctimas y supervivientes del Holocausto, un trauma heredado que explora en esta segunda temporada. Lo que las críticas avisan es que sin Headland, la que al parecer ponía pegamento narrativo a las ideas de Lyonne, la nueva tanda de episodios es un poco más caótica y desordenada, pero está llena de conceptos (de nuevo, más allá de “jueves”) y hallazgos y tiene un buen final.
Esa canción. Esa maldita canción.
El uso de ‘Gotta Get Up’ es magistral porque consigue que el espectador se sienta tan atrapado como la propia Nadia. Realmente puedo escucharla en mi mente mientras escribo estas líneas, tres años después de haber visto la serie.
La elección de la canción no es casual: a Lyonne le gustaba la idea de usar música de Harry Nilsson porque fue un músico con una vida muy trágica que se declaró en bancarrota y murió a los 52 años (en 1994) por un paro cardiaco. Tan importante era para ella usar esa canción que se gastaron gran parte del presupuesto para música de la serie en ella, ya que hubo que negociar con los propietarios de los derechos por todas las veces que suena a lo largo de la serie.
Hay que prestar atención a los easter eggs
‘Muñeca rusa’ es una de esas series de Netflix que invitan al revisionado. Si en ‘La maldición de Hill House’ los más valientes podían ponerse los capítulos por segunda vez para buscar todos los fantasmas ocultos por Mike Flanagan, en esta uno va descubriendo pequeños detalles nada casuales que, si bien no cambian el sentido de la historia, sí la enriquecen. Y eso es más evidente aún en el cuarto episodio, cuando vemos la serie desde el punto de vista de… otro personaje muy importante. Y hasta aquí puedo leer.
Capítulos de media hora
¿Hay que añadir algo más? Si últimamente nos hemos quejado de que las series, en concreto muchas de Netflix, se empiezan a pasar con las duraciones de sus episodios (‘¿Quién es Anna?’, te miramos a ti), ‘Muñeca rusa’ es una deliciosa dramedia de capítulos de menos de 30 minutos. En la segunda temporada duran un poco más de media hora, pero no mucho más. Así sí.
Es como ir a terapia
Mientras seguimos debatiendo sobre si la sanidad pública española debería ofrecer mejores servicios psicológicos (respuesta: sí), al menos esta serie te ofrece la oportunidad de curarte a través de la catarsis. Y todo por el precio de la suscripción a Netflix que ya estás pagando (o compartiendo, jeje). Acompañar a Nadia por este viaje de exploración personal y ver cómo le pesan todos sus traumas, cómo es incapaz de perdonarse y de salir de su propio bucle emocional puede hacer que te veas representado de alguna forma. Ciencia ficción sanadora.
Una segunda temporada totalmente distinta
Para los que disfrutan de series que no tienen miedo al cambio y a renovarse con cada temporada, ‘Muñeca rusa’ es un buen ejemplo. Sin desvelar nada sobre el final de la primera temporada, sí podemos decir que la segunda cambia radicalmente: Nadia ya no está atrapada en un bucle temporal sino que viaja accidentalmente al pasado, más concretamente a 1982, el año en el que nació.
¿Qué mejor terapia que revivir el pasado para intentar darle sentido? En este caso Nadia explora más en profundidad que nunca los problemas mentales de su madre y la experiencia de su abuela húngara en el Holocausto. Una reflexión sobre el trauma heredado, un tema del que ya se ha hablado largo y tendido y se han dicho cosas interesantes en el audiovisual actual, como la ‘Watchmen’ de Damon Lindelof, la nueva trilogía de ‘Halloween’ o la ya citada ‘La maldición de Hill House’.
Licenciado en Comunicación Audiovisual, es el típico que entró en la carrera queriendo ser director de cine hasta que se le quitó la tontería a los 15 minutos. Le encanta escribir sobre series, pero también lo hace sobre películas. Marvel, terror, HBO o dramones indies, cualquier género, forma y medio es bueno si la historia lo vale. Las entrevistas y el cine español son su debilidad, y está enganchado a ‘Drag Race’.