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Barack Obama incluyó ‘The Boys’ en su lista anual de cosas favoritas publicada a finales de 2020. El expresidente de Estados Unidos recomendaba la ficción de Amazon Prime Video junto a la serie secuela de ‘Watchmen’ porque ambas “le dan la vuelta a las convenciones de los superhéroes para retratar problemas de racismo, capitalismo y los efectos distorsionadores del poder corporativo y los medios de masas”. Obama tenía razón. En ‘The Boys’ y ‘Watchmen’ hay una intención de satirizar algunos de los problemas sociales y políticos de la Estados Unidos actual (y en algunos casos, de todo Occidente), y ninguna de las series es sutil ni elegante haciéndolo.
El último episodio de la tercera temporada de ‘The Boys’, estrenado el pasado viernes en Prime Video, acaba con el superhéroe Patriota (algo parecido a Superman) matando a un hombre inocente que le ha llamado “fascista” en medio de una congregación de manifestantes. Es un acto impulsivo e inesperado, pero la respuesta de sus defensores, después de un corto silencio, es aplaudir y vitorear a su héroe, aunque sea un asesino.
“Podría disparar a alguien en medio de la Quinta Avenida, y no perdería votantes, ¿vale? Es increíble”. La famosa frase dicha en público por Donald Trump en una campaña que le llevó a ser el Presidente de Estados Unidos en 2016 no se parece a la escena de la serie por casualidad. El creador Eric Kripke ha admitido que los guionistas estaban pensando en esa cita cuando idearon el momento, uno de los que más evidentemente revelan a Patriota como un trasunto de Trump.
“Admito que es menos elegante y más urgente que lo que hemos hecho en el pasado. Pero diría que la sociedad ahora es menos elegante y más urgente”, explicó Kripke en Vulture. “El [asalto al Capitolio del] 6 de enero ocurrió mientras escribíamos la temporada. Somos un producto del tiempo en el que escribimos. Y el 6 de enero me asustó de la hostia (…). Una vez leí algo interesante, que es que la gente no ama a Trump a pesar de su comportamiento horroroso; le aman por él. Es un antihéroe. Cuanto más salvaje sea lo que haga, cuanto peor trate a los que le rodean, más le aman”. Eso es lo que ha ocurrido con Patriota en la tercera temporada de ‘The Boys’.
La verdad es que ‘The Boys’ nunca ha sido elegante. Basada en los cómics de Garth Ennis y Darrick Robertson, la serie imagina un mundo donde los superhéroes son reales y se han convertido en el producto principal de una empresa multimillonaria que tiene tentáculos puestos en todas las industrias, desde el entretenimiento y el ocio a la seguridad nacional, la alimentación y la farmacéutica. Los superhéroes son una mezcla de celebrities, policías y soldados, y viven de su reputación, que debe ser intachable, mientras detrás de las cámaras tienen comportamientos reprobables: mienten, roban, violan y asesinan a inocentes (y entre ellos) con total impunidad, protegidos por Vought, la empresa que los contrata, los explota y controla sus vidas.
La idea de que unas personas con superpoderes puedan tener malas intenciones y convertirse en peligros para la sociedad es lo menos interesante de ‘The Boys’; lo mejor de la serie es cómo muestra un sistema político, económico y social muy parecido al nuestro que protege a esas personas. “Pasan muchas cosas que se barren debajo de la alfombra. ¿No es obvio por qué?”, le explica en el primer episodio Carnicero a Hughie, dos hombres que dedicarán su vida a intentar derrocar el imperio de Vought. “Entradas de cine, merchandising, parques temáticos, videojuegos. Una industria global de mil millones de dólares protegida por grupos de presión corporativos y políticos en ambos lados”. Una maquinaria que Kripke ha asegurado que existe en la industria del entretenimiento “para presentar una imagen aceptable de algunas personas realmente horrorosas porque mantiene la maquinaria encendida y el dinero fluyendo. Y doy por hecho que la política tiene esa misma máquina, incluso más grande. El público no tiene nada que hacer. Se enfrentan a un sistema entero de capitalismo”.
Una serie que reparte a izquierda y derecha (pero sobre todo a derecha)
El creador de la serie no tiene problemas en dejar claro en entrevistas que su ideología es de izquierdas, y está volcando en ‘The Boys’ sus miedos y preocupaciones en forma de sátiras divertidísimas y extremadamente obvias: el ascenso de la extrema derecha, que apoya a la superheroína Stormfront cuando se descubre que es nazi; el racismo institucional que protege a un superhéroe que patrulla con mano demasiado dura barrios negros; o el machismo sistémico al que se enfrentan las mujeres (en el primer episodio, una superheroína se ve obligada a practicarle una felación a su compañero de trabajo para mantener su puesto).
‘The Boys’ también tiene caña que repartir entre el supuesto progresismo, y las observaciones más agudas y tronchantes de la serie caen sobre Hollywood y sus iniciativas “woke” a menudo hipócritas, como la celebración vacía y superficial de un feminismo de póster y eslogan mientras las mujeres siguen trabajando y viviendo en peores condiciones que los hombres y teniendo menos oportunidades. “Mis ideas políticas no son un secreto, pero creo en cuestionar y satirizar a la autoridad. Tenemos que ser críticos con el país. Criticarlo y señalar sus debilidades para que mejore es un acto patriótico”, defiende Kripke. “La izquierda puede ser un poco desafortunada, y la derecha está haciendo todo lo que tiene en su poder para destruir la democracia. Así que sí, doy golpes a los dos lados, pero lo que me parece más urgente, mi objetivo, es más a menudo la derecha. Esa es una amenaza existencial mientras que las políticas progresistas, por más ridículas y absurdas que sean, no van a destruir la sociedad tal y como la conocemos”.
Un caballo de Troya entre los "fan boys"
Pero lo más atrevido de ‘The Boys’ es que funciona como un caballo de Troya. A los "fan boys", una parte muy ruidosa del público que consume fiel y apasionadamente historias de superhéroes y otras sagas de fantasía y ciencia ficción, les rechinan los dientes cuando perciben mensajes feministas y en pos de la diversidad en productos como el Universo Cinematográfico Marvel, ‘Star Wars’ o similares. En los últimos años Internet ha sido campo de batalla para los fans boys que están en contra de una mayor representación de mujeres, personas no caucásicas y el colectivo LGTBIQ+ en el audiovisual, y lo hemos visto con los intentos de boicot de producciones como ‘Ms. Marvel’, ‘Obi-Wan Kenobi’ o ‘Lightyear’.
Muchos de esos espectadores creían que ‘The Boys’ estaba de su parte, precisamente porque se ha reído de las iniciativas hipócritas y supuestamente progresistas de Hollywood (Vought es una empresa sospechosamente parecida a Disney, la productora de todas las producciones mencionadas antes). A primera vista es una serie hipermasculina, empezando por el propio título y pasando por que la mayoría de personajes sean hombres heterosexuales. La estética, sucia y rockera, parece sacada de la filmografía de Zack Snyder, el mesías de gran parte del público anti-progresista. Todo en ‘The Boys’ está diseñado para que atraiga a ese tipo de espectador, que durante tres temporadas se ha enganchado a la serie sin percatarse de la ideología que Eric Kripke ha ido plantando en la historia.
Solo en las últimas semanas ha empezado a haber una corriente de espectadores consternados por el trasfondo político de la serie. Siguiendo con su estilo irreverente, la cuenta oficial de ‘The Boys’ en Twitter tiene ahora mismo como tuit fijado la crítica negativa de alguien que ha puntuado la serie con una estrella, asegurando que empeora con cada temporada y comentando que es “MUY política y MUY anti-masculina. Pero tiene muchos culos de hombres y penes. ¡Disfrutad!”. El periodista Ryan Broderick señaló hace poco que el foro de Reddit dedicado a la serie se ha llenado de discusiones y quejas y muchos usuarios han eliminado sus cuentas, enfadados con el devenir de la ficción: “Los usuarios de derechas están lloriqueando y pidiendo que no se hable de política, pero ya es imposible hablar de la serie sin ella. Los fans que creían que Patriota molaba están teniendo una crisis nerviosa”.
A Kripke le sorprende que muchos hayan captado las señales tan tarde. Cuando en Vulture le apuntó la entrevistadora que la analogía entre Patriota y Trump se ha vuelto clara en la tercera temporada, él respondió: “¡Diría que lo estuvo desde el segundo o el tercer episodio de la primera temporada!”. Patriota, interpretado por Antony Starr, es el personaje más fascinante de la serie, y también el más venerado por algunos a pesar de ser haber matado a inocentes en numerosas ocasiones (muchos de ellos, niños) y tener claras tendencias fascistas. En la tercera temporada se le ha visto perder progresivamente la cabeza mientras se hacía con el control de Vought, imponía una dictadura dentro de la empresa y la opinión pública le descubría como un hombre mentiroso y agresivo. A la vez, una parte de la ciudadanía se ponía de su lado, acusaba a sus detractores de difundir “fake news” y les llamaba “snowflakes” (“copos de nieve”) y “libtards” (“retrasados liberales”), formas despectivas de increpar a las personas progresistas muy utilizadas entre los trumpistas en la última década.
El tema de la tercera temporada: la masculinidad tóxica
Patriota está lejos de ser el único antihéroe de la serie; de hecho, la gran mayoría de los personajes masculinos lo son. Carnicero y Hughie, supuestamente los “buenos” de ‘The Boys’, han jugueteado esta temporada con una sustancia llamada V24 que les daba superpoderes durante un tiempo limitado, mientras que se aliaban con un superhéroe desequilibrado, Soldier Boy, tan enajenado, peligroso y egoísta como Patriota. Una vía peligrosa, para sí mismos y para otros, que defienden con el viejo dicho de “el fin justifica los medios”.
Pero lo más interesante es la motivación que lleva a Hughie a pincharse V24: quiere ser capaz de proteger a su novia, Luz Estelar, una superheroína muy poderosa que trabaja codo a codo con Patriota. Más que la idea de que su novia esté peligro, lo que Hughie no puede soportar es la certeza de que ella es más fuerte que él, y eso le hace querer adquirir superpoderes para demostrar su valía y poder verse a su altura.
Es uno de los varios ejemplos con los que la temporada ha explorado la idea de la masculinidad tóxica, de formas más o menos evidentes. Muchos de los conflictos de la serie son originados por la incapacidad de los hombres de gestionar sanamente los sentimientos: la necesidad de validación de Patriota, el ansia destructiva de venganza de Carnicero, la inseguridad de Hughie o la inmadurez de A-Tren y Profundo, dos niños caprichosos e irresponsables sin inteligencia emocional, pero con superpoderes y colocados en puestos de autoridad. “Soldier Boy se presta a una discusión interesante sobre la masculinidad tóxica”, dijo el actor Jensen Ackles en una entrevista con SFX Magazine (vía CBR). “A menudo relacionamos el poder con la fachada de una ilusión de macho que nunca existió. Sobre todo en los Estados Unidos damos mucho crédito al mito de cowboy del oeste, a lo John Wayne, a lo hombre de Marlboro. Es una mentira. Y ha criado generaciones y generaciones de hombres jodidos que no pueden estar a su altura”.
‘The Boys’ sería demasiado simplista si todos los villanos y antihéroes fueran hombres; ahí están Victoria Neuman, congresista y aspirante a vicepresidenta que oculta tener superpoderes y parece que será la gran antagonista de la cuarta temporada; la agente de la CIA Grace Mallory; la nazi Stormfront o las ejecutivas de Vought Madelyn Stillwell y Ashley Barrett. Pero la gran mayoría de héroes puros y duros, en el sentido tradicional y clásico de la palabra, son personajes femeninos: Luz Estelar, Maeve y Kimiko. Ellas, a pesar de tener superpoderes, se esfuerzan por actuar de forma correcta, tratan bien a los que las rodean, persiguen el bien común y luchan contra el sistema corrupto en el que viven.
Hay dos personajes masculinos que también entran en esta categoría: Leche Materna y Frenchie, dos hombres sentimentales y vulnerables que prefieren actuar por la razón antes que por la fuerza. En el último episodio de la temporada, Leche Materna acaba mostrando sus debilidades y traumas a su hija, y aceptando que es la única forma sana y honesta de criarla. Por su parte, Hughie se redime dejando de pincharse V24, encontrando formas de apoyar a Luz Estelar y potenciar sus poderes y aceptando que lo que él veía como debilidad en sí mismo y en su padre era en realidad resiliencia. Extrañamente en una historia de superhéroes, el camino a seguir para estos personajes es abandonar la fuerza bruta, dejar atrás la agresividad, reconectar con sus sentimientos y aceptar su vulnerabilidad.
Poco a poco y de formas cada vez más obvias, ‘The Boys’ se ha revelado como una serie marcadamente feminista y anticapitalista e inequívocamente crítica con el racismo, la injusticia y la desigualdad. Es exactamente lo que una parte del público muy adepta a este tipo de relatos no quiere ver, y se lo están tragando con patatas gracias a lo entretenida, bruta, divertida e inteligente que es. Lo raro es que hayan tardado tanto tiempo en darse cuenta, como dice Kripke: “‘The Boys’ es ruidosa y ofensiva, y si estás viendo la serie desde el primer episodio y no entiendes sus ideas políticas, o las de la gente que la hace, no puedo ayudarte. Simplemente, gracias por verla”.
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Licenciado en Comunicación Audiovisual, es el típico que entró en la carrera queriendo ser director de cine hasta que se le quitó la tontería a los 15 minutos. Le encanta escribir sobre series, pero también lo hace sobre películas. Marvel, terror, HBO o dramones indies, cualquier género, forma y medio es bueno si la historia lo vale. Las entrevistas y el cine español son su debilidad, y está enganchado a ‘Drag Race’.