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"Sí, son demasiadas, si me preguntan", decía Matt Smith en referencia a las escenas de sexo de 'La casa del dragón' en una entrevista publicada en Rolling Stone justo antes del lanzamiento de la serie y que se convirtió rápidamente en una declaración que dio la vuelta al mundo. Si 'Juego de tronos' ya tenía bastantes escenas de sexo -y algunas con polémica o con actores mostrándose a posteriori disconformes por el elevado número de desnudos que tuvieron que hacer-, parecía que esta nueva precuela de HBO iba a subir el nivel en cuanto a folleteo.
Con pocas palabras, el actor que encarnaría a Daemon Targaryen logró el titular más jugoso de la promoción de la serie y lanzó un anzuelo para que el espectador picase. "Te ves a ti mismo preguntando: '¿Es necesario que hagamos otra escena de sexo?' y ellos te dicen: 'Sí, lo necesitamos'. Supongo que tienes que preguntarte a ti mismo: '¿Qué es lo que estamos haciendo? ¿Estamos representando los libros o estamos diluyendo los libros para representar una época? Y en realidad creo que nuestro trabajo es representar los libros de manera veraz y honesta, tal como fueron escritos", elaboraba el actor. Ahora, con la primera temporada de la ficción vista, podemos concluir que el anzuelo, en realidad, no tenía carnada.
Desde otro punto de vista
'La casa del dragón' arrancaba sus escenas de sexo en el primer episodio precisamente con una entre Daemon y la entonces prostituta Mysaria en la que él no conseguía completar la faena; apenas duraba unos segundos. Después, volvíamos al burdel y mientras unos extras participaban en orgías, Daemon brindaba socarronamente por su sobrino recién nacido y muerto, para desagrado de Viserys. Desde ahí, la representación de la sexualidad de la serie no subiría el tono mucho más en los siguientes episodios: no vuelve a haberla hasta el cuarto, cuando Daemon acompaña secretamente a su sobrina Rhaenyra al burdel. Nuevamente, no se trata de una escena muy gráfica y, además, en ella la directora Clare Kilner acierta en poner el punto de vista en la joven y en cómo descubre el deseo, más que en exponer el sexo ante el espectador simplemente por espectáculo.
En ese episodio cuarto, además, se muestra en paralelo el resignado sexo marital de Alicent y Viserys, contrastando así las diferentes situaciones que viven ambas amigas, y remata con la escena de cama entre Rhaenyra y Criston que sería tan importante para contar la posterior animadversión de él. Son las de este capítulo escenas absolutamente justificadas y nada morbosas (en todo caso, podríamos acusar a la serie de mojigata), que dan contexto de la situación de los personajes y sus relaciones o propician avances de trama; especialmente, la honra de Rhaenyra y la legitimidad de sus hijos es esencial en el desarrollo de la temporada. La serie, además, en su vocación mainstream, evita ser gráfica en la representación no heterosexual y los escarceos extramatrimoniales de Laenor Velaryon se resuelven con un par de castos besos a Joffrey Lonmouth.
La masturbación de Aegon Targaryen (en la famosa ventana de Tommen Baratheon) en el sexto episodio ayudan a definirle bien como ese adolescente sin aspiraciones al trono y cuyos únicos intereses son sus hormonas y entregarse al hedonismo. Después, en el séptimo, se culmina la tensión sexual latente entre Daemon y Rhaenyra con un polvo en la playa de lo más casto (y en el que además casi no vemos nada por la oscura fotografía elegida). Si alguna pega hay que ponerle al sexo en 'La casa del dragón', desde luego, sería esta: tremenda sosería la de estos dos personajes en la consumación de una pasión hasta el momento contenida y que debería ser puro fuego. Shame on you, Matt.
Más allá del sexo tradicional
Por último, tenemos la escena que más ha dado que hablar de toda la temporada en lo referente al sexo: esa en la que Alicent vende la visión de sus pies desnudos al fetichista Larys Strong. Y no solo es interesante por ir más allá del sexo tradicional con la postura del misionero y el perrito, sino por el retrato que nos ofrece de ella: a pesar de ser la reina, está en una posición precaria donde tiene que vender su cuerpo a una persona que supuestamente es su aliado para mantenerlo de su lado. Una vez más, la presencia del sexo en la serie tiene justificación dramática más allá del morbo (donde sí podríamos entrar a debate es en el tema del exceso de partos violentos).
Así, vista la primera temporada de 'La casa del dragón', nos queda la duda de si Matt Smith es muy puritano, si no está acostumbrado a rodar escenas de sexo ('Doctor Who' era una serie muy familiar, pero curiosamente en 'The Crown' es de los pocos que tienen escena desnudo) o si simplemente se lanzó a la piscina en busca de ese titular que diese la vuelta al mundo, aunque no hubiese demasiado fundamento detrás. Nos engañó, sí, pero se lo perdonamos por darnos, a cambio, un Daemon Targaryen tan carismático.
Nací en Wisteria Lane, fui compañero de piso de Hannah Horvath y 'Chicago' me volvió loco porque Roxie Hart soy yo. Tengo la lengua afilada, pero, como dijo Lola Flores, "me tenían que dar una subvención por la alegría".