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Si 'The Walking Dead: Daryl Dixon' se hubiese estrenado hace cinco u ocho años, no se habría hablado de otra cosa. La aventura en solitario de uno de los favoritos de los fans de la franquicia de zombis arranca de forma prometedora, aunque para muchos potenciales espectadores seguirá pesando el tiempo que hemos visto agonizar a la serie madre y que, además, en ese ínterin no hayan sido pocas las ficciones que han explotado los universos postapocalípticos, haciendo que la capacidad de sorpresa sea cada vez menor y las reticencias, muchas y comprensibles. Sin embargo, hay esperanza. Y de eso, precisamente, va la serie nueva, de fe y de esperanza.
En esta ocasión, la eterna narración río de 'The Walking Dead' se sustituye por una fórmula mucho más contenida y asumible; son solo seis episodios por temporada (ya se ha confirmado la renovación por una segunda), lo que le permite focalizarse en la historia y hacer lucir sus recursos, como ya pasaba en 'The Walking Dead: Dead City'. La historia centrada en Negan y Maggie ya nos dejó buenas sensaciones, aunque también tuviese sus errores comunes, y abríamos la puerta para valorar si estábamos ante un resurgir de la franquicia o, al menos, en una etapa si bien no tan buena como las más esplendorosas, sí más potable que las finales. Esperamos, al menos, buenas ideas, acción y emoción para seguir pegados a la interminable saga de los caminantes.
Y con eso cumple esta 'The Walking Dead: Daryl Dixon', al menos en lo que hemos podido ver en su primer episodio, el único estrenado hasta la fecha. Lo de mover la acción a Francia, idea a priori loquísima y poco verosímil, funciona bastante bien. No es que un apocalipsis diste demasiado de otro, pero cambian los paisajes, la arquitectura, las caras y los acentos y con ello accedemos a un nuevo ángulo. También, tenemos nuevos tipos de zombis y eso suma puntos. Una señal de direcciones en francés ya nos ubica y, luego, otra que apunta hacia "Lourdes" nos da la pista inequívoca de que la religión tendrá aquí mucho que sumar. Pronto el motero llegará hasta un convento, con monjas armadas con espadas y lanzas, y encontrará un destino que no andaba buscando. Él quiere volver, de algún modo, a la Mancomunidad en Estados Unidos, pero le ha surgido otra historia.
De viaje por Francia con un niño a cuestas
Y la empresa de Daryl no es otra que la de transportar a un niño desde ese lugar hasta París, haciendo un road trip por toda Francia, de sur a norte. La premisa recuerda inevitablemente a 'The Last of Us', donde Joel se ocupaba del transporte de Ellie, aunque lo diferente son las motivaciones de unos y otros. Mientras que Ellie era una posible cura científica del apocalipsis y Joel solo aceptaba el trabajo por dinero y la posibilidad de llegar hasta su hermano, aquí Laurent, el muchacho, es protegido por otra razón: se cree que es el futuro mesías que salvará a la humanidad. Y Daryl acepta un poco porque sí, porque pasaba por allí y se ve medio obligado, aunque también por la promesa de llegar a otro sitio, el puerto de Le Havre que le puede devolver a América. En el fondo, es el mismo perro con distinto collar: ambos niños, Ellie y Laurent, representan la esperanza de sanar al mundo, solo que una lo hacía desde la ciencia y otro desde la religión. Y para una persona no creyente, como Daryl, lo segundo es una proposición más endeble, aunque está por ver si vivirá una revelación mística por el camino.
Daryl Dixon siempre fue uno de los personajes más magnéticos de 'The Walking Dead', pero también encierra una dificultad a la hora de otorgarle una serie propia. No es una persona especialmente locuaz ni de grandes gestos, sino un tipo circunspecto, parco, que gruñe más que habla y que se explica poco. Quizás si tuviese a Carol de su lado —esa era la idea inicial en este spin-off, pero al final se cayó del proyecto— habría más posibilidades de que abriese su corazón, pero de momento no le veremos muy comunicativo. Afortunadamente, y a diferencia de 'The Last of Us' donde todo el peso recae en solo dos personajes, parece que aquí será una cuadrilla la que escolte al niño, lo que nos permitirá que Daryl se vea apoyado en varios personajes, que tienen ahora el reto de engatursarnos a los espectadores.
El arranque de 'The Walking Dead: Daryl Dixon' es sólido y halagüeño, pero perdonamos a quien decida no emprender el camino junto al tipo del pelo sucio y la ballesta porque el hastío walkingdero es comprensible. Nosotros, por ahora, sí aceptamos el reto francés del bueno de Daryl. Que Dios nos pille confesados.
Nací en Wisteria Lane, fui compañero de piso de Hannah Horvath y 'Chicago' me volvió loco porque Roxie Hart soy yo. Tengo la lengua afilada, pero, como dijo Lola Flores, "me tenían que dar una subvención por la alegría".