- Las 13 series más esperadas de 2024 y los mejores estrenos
- Las 50 mejores series españolas de la historia de la TV
- Las 16 mejores series de Disney+ en 2023 que debes ver
Número 10 de la Avenida George V, París, en el barrio de los Campos Elíseos. Una mano se introduce entre la tela de una cortina para ver, a través de un resquicio, un desfile de alta costura. La abertura es tan pequeña que solo se atisba un ojo. Es agosto de 1937 y Cristóbal Balenciaga, mientras las bombas asolan la tierra de la que partió, empieza a forjar un mito que nació del sacrificio de un padre pescador y una madre costurera, entre las olas de Guetaria. El mito, en la literalidad del concepto, tan enigmático como fascinante, culminaría en reverencias y alabanzas vertidas por personajes como Coco Chanel o Christian Dior. 87 años después, es Alberto San Juan quien desliza la cortina de la Maison Balenciaga en la serie que Lourdes Iglesias y los directores de 'La trinchera infinita', Jon Garaño, Aitor Arregi y José Mari Goenaga, han creado para Disney+.
Estamos en enero y, anticipándonos a esa ansiedad de última hora de listados y ránkings, la deslumbrante disección que 'Cristóbal Balenciaga' hace de la leyenda del modisto y costurero vasco le asegura ya un lugar de honor entre las mejores series de 2024. Alberto San Juan se erige en motor y alma de una historia que oscila con maestría entre la vanidad de las élites y la pureza del oficio artesano; entre la la imaginación de un artista único y la renuncia a los ideales políticos; entre el rechazo a la exposición pública y una homosexualidad reprimida. Y no, 'Cristóbal Balenciaga' no da puntada sin hilo.
En la serie te escuchamos hablar mucho francés y un poco de euskera. ¿Cómo ha sido el reto de enfrentarse a un guion donde tu personaje empleaba tres lenguas?
Yo no sabía francés. La productora buscó una profesora, Patricia Rubio, con la que preparar los diálogos de la serie, que eran muchísimos porque una gran parte del guion es en francés. Desde que me dieron el personaje hasta que empezamos a rodar, pasaron como cinco meses en los que, además de estar trabajando en otras cosas, aprendí los diálogos. También en euskera, pero esto fue más fácil. No porque el euskera sea nada fácil, sino porque eran pocas escenas. Fue un tiempo escaso para preparar algo de una dimensión tan grande, pero eso no interesa al espectador. Lo único que le interesa es el resultado, lo otro son justificaciones.
¿Saber coser fue más difícil que aprender francés?
Busqué un modisto y costurero para que me enseñara a tratar con la aguja, la tela, las tijeras... los útiles del oficio . En el rodaje había además otro modisto y costurero, Gorka Cintero, que supervisaba mi interpretación en lo que se refería a las cuestiones del oficio. Pero luego había otra dificultad añadida a la hora de trabajar el personaje: la serie es un recorrido que va de los 42 a los 76 años de Balenciaga. Había que buscar cómo se movía, cómo hablaba... ¡En cada edad! Y encima no es que rodáramos primero una edad y luego otra. Cada día cambiábamos y rodábamos las tres edades. Era un sindiós aquello.
Cristóbal Balenciaga solo concedió dos entrevistas a lo largo de su vida. Una de ellas es, precisamente, la que vehicula la trama de la serie: la que le hizo en 1971 Prudence Glynn, la editora de moda de la revista The Times. Teniendo en cuenta su alergia a la exposición pública y con tan poco material, ¿qué recursos empleaste para sumergirte en el personaje?
Es que es ni siquiera las entrevistas pueden llamarse entrevistas, porque son como un perfil de Balenciaga con un par de declaraciones suyas. Esa entrevista que le hizo el personaje que interpreta Gemma William en la serie no llega ni a los 10 minutos de declaraciones que estamos teniendo tú y yo ahora. Contaba muchas cosas de Balenciaga y, luego, hay tres o cuatro frases de él. Ya está. A partir de esta realidad, los directores y guionistas, con Lourdes Iglesias, ficcionan esta entrevista que le realizó a lo largo de un fin de semana en su casa de Igueldo. En realidad, fue en su casa de París y, aunque estaría un rato charlando con él, no fueron días como en la serie. Pero sirve como recurso narrativo para contar esta historia y hacer un viaje a través de la memoria y de sus recuerdos, desde que llega a París hasta el momento en que cierra la Casa Balenciaga.
Ese gesto de mirar los desfiles a través de un hueco de la cortina, esos nervios innatos de Balenciaga incluso cuando era ya un maestro de la alta costura... ¿Te sientes identificado a la hora de levantar el telón o de qué se encienda una cámara?
Sí. Yo siempre me había considerado muy tímido hasta que descubrí que había una super vedette dentro de mí. Hasta que en un momento dije "basta ya de jugar a ser el tímido, vamos a dar paso a esa super vedette". Por supuesto, tengo mi timidez, pero también mi exhibicionismo. Y menos mal, porque es necesario para mi trabajo. Hay actrices y actores que fuera de los escenarios o fuera del set de rodaje son personas a las que no les gusta destacar, llamar la atención ni ser el centro de la fiesta, y que florecen y se abren cuando están trabajando solamente. En mi caso, soy exhibicionista también fuera. No siempre, otras veces soy retraído. Y Balenciaga también tenía estos dos lados: en su vida personal y en sus relaciones con los demás, era un tipo parece ser austero, contenido y distante. Pero luego a la hora de imaginar y crear era una fantasía pura.
En una escena de la serie, Balenciaga conoce a Audrey Hepburn. ¿Cómo fue rodarla y qué otro actor o actriz del Hollywood clásico te hubiera gustado conocer en la vida real?
Fue muy mágico, porque realmente veía a Audrey Hepburn en esa actriz. Le pedí que nos hiciéramos una foto juntos para tener una con Audrey Hepburn. Y me hubiera encantado tener una amistad con Cary Grant o con Marilyn Monroe. Y no sé si una amistad, pero me hubiera encantado conocer a Marlon Brando. Y una amistad también. Sí, por qué no...
Hay una frase de la película 'Birdman' (Alejandro González Iñárritu, 2o14) que dice que “la popularidad es la prima barata del prestigio” y que se parece mucho a cómo arranca el último episodio de la serie, con una cita del mismo Balenciaga: “El prestigio queda. La fama es efímera”. Acostumbrado a los focos y a las alfombras rojas, ¿cómo lidias tú con la fama?
Creo que tiene que ver con ser un aldeano vasco, que es lo que en definitiva era. Hijo de una costurera y de un pescador, en un pueblito, una aldea de pescadores que era Guetaria a finales del siglo XIX. Y había una frase de Balenciaga, que no sé si quedó en el montaje final, a raíz de una pregunta que le hacía la periodista inglesa: "¿Usted se considera un artista?" Y él dice: "¿Artista? En mi pueblo considerarían eso una bajeza. Llamarse a uno mismo artista". Esa especie de pudor, de cosas reservada, que me recuerda a mi abuelo, incluso a mi padre un poco... Le define bastante.
¿A tu padre?
He dicho mi padre y me he acordado... Esto es algo que no he dicho en ninguna entrevista: he tenido muy presente a mi padre en esta serie. Es más, hay fotogramas en los que veo a mi padre. ¡Es increíble! Pero increíble. Mis hermanos van a flipar. Mi padre y yo nos parecemos, pero, a medida que yo me acerco la edad en la que yo le recuerdo (él ya no vive), cada vez veo más a mi padre cuando miro el espejo. Menos mal que hay cosas diferentes [ríe]. Pero en la serie, con las gafas, el maquillaje... Y eso que mi padre se quedó bastante calvo al final y Balenciaga no. Tenía un pelazo el tío.
Cristóbal Balenciaga diciendo “yo soy apolítico”. La serie aborda las contradicciones y la renuncia de los ideales políticos de uno mismo por salvar la vida o salvar un negocio, y se escucha una frase muy certera: “Hasta un sombrero es política”. ¿Qué piensas sobre esta faceta desdibujada de tu personaje?
Me parece perfectamente comprensible. Primero, yo no juzgo a alguien que haya vivido una guerra porque yo no la he vivido y no sé cómo me comportaría. Y luego, me parece completamente humano, quizás es lo más humano, intentar sobrevivir. Creo de verdad que un artista tiene todo el derecho del mundo a no mostrar su opinión en público. Y creo que Balenciaga se comprometía de forma radical a través de su trabajo, del ejercicio radicalmente libre de su imaginación y de la materialización de aquello que imaginaba.
Se perdió una mañana de instituto para ver el final de ‘Perdidos’ y, aunque la leyenda cuenta que está en FOTOGRAMAS por sus tortillas de patata, la realidad es que lleva en la revista desde 2016 como “el chico de los vídeos”. Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, un día se cansó de vivir entre muggles y, antes de que ‘Cinema Paradiso’ y ‘El espíritu de la colmena’ despertaran su fascinación por el séptimo arte, decidió (no) crecer imaginando su infancia entre hobbits y jedis. Vive enamorado de Emma Watson y Michael Scott, y está convencido de que su cima en la vida ha sido, es y será decirle a Viggo Mortensen en un ascensor que todavía guarda una figura de acción de Aragorn.