Mientras que 'X-Men '97' nos sorprende semana a semana en Disney+ con giros de guion, cameos inesperados del MCU y espectaculares batallas mutantes, en la misma plataforma 'Shogun' ha llegado a su final, coronada como una de las series del año tanto en cuanto a calidad como relevancia. Ambas no solo comparten el sitio donde podemos verlas, sino que han sido ofrecidas al espectador racionándole los episodios semana a semana. Y esa técnica les ha venido como anillo al dedo, ya que la conversación social en torno a ellas las ha ido acompañando durante los meses de su emisión, en lugar de convertirse en estrellas fugaces del streaming.

shogun toranaga
Disney+

No podemos saber a ciencia cierta si 'Shogun' habría tenido el mismo éxito o menos si Disney+ hubiese volcado de golpe la temporada completa, pero sí podemos vislumbrar que el boca a boca le ha venido bien y que cada siete días ha ido ganando adeptos para su propuesta. Y menos margen de equivocación aún habría en decir que el fenómeno de 'X-Men '97', al menos dentro de su nicho marvelita, habría sido más pequeño si no hubiésemos tenido la oportunidad de comentar cada miércoles con nuestros amigos o en redes sociales cada uno de los shocks de la serie animada.

En el otro lado de la balanza está 'Fallout', la adaptación de Amazon Prime Video de la famosísima franquicia de videojuegos que aunque ya está renovada para otra temporada no ha dado que hablar tanto como cabría esperar. Potencial tiene la serie, desde luego, para convertirse en un bombazo global, pero algo ha fallado en su promoción o distribución (en cuanto a datos, ni siquiera ha logrado entrar en los tops semanales de Nielsen). Con sus ocho episodios lanzados de golpe, apenas tuvo un fin de semana de ruido en los medios y menos aún conversación en redes. Y es que en una serie como esta, me atrevo a decir, era capital haberla emitido semana a semana (sorprende que Amazon, que sí dio semanalmente otras series como 'Los anillos de poder', haya sido tan torpe esta vez).

fallout amazon prime video
Amazon Prime

'Fallout' no es una serie para ver de golpe (tampoco lo es 'Shogun') por su duración y consistencia, pero además es una a la que le vendría de maravilla que todos los espectadores estuviésemos en la misma página para compartir nuestras impresiones y lanzar teorías. En definitiva, para sentirnos parte de un evento canónico seriéfilo, para ir todos de la mano. Y esto, aunque pueda parecerlo, no es baladí: 'Juego de tronos' habría sido una serie igualmente buena sin su emisión semanal, por supuesto, pero todo el fenómeno que había alrededor estaba fuertemente impulsado por esa capacidad de ser un evento a escala planetaria. Nadie quería perderse 'Juego de tronos' en el día D a la hora H.

En esto juega un factor determinante no solo la calidad de un producto sino también el FOMO (fear of missing out, es decir, no querer quedarse fuera). Todos queremos estar al tanto de lo que se lleva, la película que todo el mundo comenta, el concierto del finde o la serie del momento. Y ese FOMO pasa rápido de una cosa a otra: si una serie es relevante durante diez semanas, más gente se verá "obligada" a verla; en cambio, una serie cuyo estrellato dura una semana, si no encuentras momento de verla ya verás la que dé que hablar la siguiente. Una dinámica que hace que todo caduque muy rápido (a pesar de que siguen ahí disponibles sin fecha de expiración) y al sistema en una picadora de carne.

Scott Pilgrim vs. el modelo de Netflix

scott pilgrim da el salto
Netflix

Sobre este debate se pronunció hace poco BenDavid Grabinski, creador de 'Scott Pilgrim da el salto', una serie animada estrenada en noviembre del año pasado en Netflix y que pasó totalmente desapercibida a pesar de ser la nueva adaptación de unos cómics muy queridos que ya fueron llevados a la gran pantalla. "Como alguien a quien le lanzaron toda la temporada de golpe... es la mierda más estúpida que jamás haya existido", dijo en X para luego añadir: "Literalmente no hay ventajas".

Aunque en sus palabras se aprecia cierto resentimiento, no deja de ser verdad que si alguien sabe sobre tratar a sus productos como objetos de usar y tirar, esa es Netflix, donde aparece cada poco tiempo una nueva ficción que todo el mundo devora y que rara vez deja poso o es recordada al cabo de los meses. Y, ojo, mal del todo no les va cuando son la plataforma líder a nivel internacional, pero eso no significa que su modelo no pueda ponerse en cuestión.

Porque aunque para ellos pesen más los éxitos que los fracasos, han tenido no pocas series de calidad (pienso en '1899') que si no han funcionado en sus primeros días las han mandado a la guillotina. No todo es culpa de la fórmula del maratón, es cierto, y hay series que se consumen mejor así que semanalmente. Por ejemplo, a 'Mi reno de peluche' le ha venido estupendamente estar completa para que nos metamos de lleno en ella y probablemente nadie iba a esperar semanalmente una serie de la que partía sin referencias.

jim hopper david harbour in stranger things
Netflix

Pero hay casos y casos y razones para plantearse la conveniencia de una forma u otra de lanzamiento. Pensemos en 'Stranger Things', ese monstruo de Netflix, y en lo bien que funcionaría su temporada final si cada episodio se emitiese por separado en vez de ir todos a mogollón. De hecho, aunque Netflix es muy tozuda y se niega a dar su brazo a torcer con la emisión semanal, sí ha dado ciertos pasos en esa dirección al fragmentar las temporadas de sus series más importantes (véase 'La casa de papel' o la misma 'Stranger Things') en varios bloques.

Si la historia final de los chicos de Hawkins se sube de golpe, podremos comentar solamente el desenlace, pero si la dosifican habrá material para analizar hasta el más mínimo detalle y misterio. Y eso es algo que se disfruta tanto o más que la propia serie.

Headshot of Álvaro Onieva

Nací en Wisteria Lane, fui compañero de piso de Hannah Horvath y 'Chicago' me volvió loco porque Roxie Hart soy yo. Tengo la lengua afilada, pero, como dijo Lola Flores, "me tenían que dar una subvención por la alegría".