No todo pueden ser batallas de dragones, eso ya lo sabíamos. Así que si la semana pasada asistíamos al primer gran choque de bestias en 'La casa del dragón' que nos ponía el corazón a mil, esta toca aminorar la marcha y conformarnos con un episodio de transición en el que no hay grandes gestas, pero sí pequeños movimientos en diferentes partes del mapa que van cambiando la situación poco a poco.

Es también un episodio que roza el meme: una constante referencia a personajes que se encuentran fuera de plano y a lugares dispersos por los cuatro puntos cardinales de Poniente que te obliga a tirar de Wiki o renunciar a enterarte de una maldita vez quiénes son los Bracken y los Blackwood. Aunque ese nivel de detalle, en realidad, poco importa: lo relevante de este episodio es que nos muestran que ambos bandos han quedado bastante tocados después del enfrentamiento de Reposo del Grajo.

la casa del dragon
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Los verdes se han quedado sin su rey, aunque no está muerto pero sí churruscado, y han tenido que montar un consejo para decidir cómo será la regencia mientras Aegon agoniza en su lecho. Alicent cree que puede volver a jugar el papel que tuvo cuando era su marido el que estaba moñeco en la cama, pero la realidad la golpea en la cara: si la principal razón para rechazar a Rhaenyra es que es mujer, cómo van ellos a poner a otra mujer al mando (yo, si fuese Alicent, me piraba para Antigua con mi padre, también te lo digo).

Es bastante lógico, aunque eso no quita que Criston Cole y Larys Strong (con los que ha compartido estrategias y cuitas sexuales) sean dos ratas de cloaca al darle la espalda. Y lo peor es que apuestan por Aemond, a todas luces psicópata mayor del reino y sobre el que tanto su madre como su mano sospechan que ha podido participar en la carbonización del hermano. Sin embargo, hay que tirar palante porque ya estamos de fango hasta las orejas. Eso sí, lo de pasear la cabeza del dragón por Desembarco del Rey es otra prueba de la estulticia de Cole y un mal presagio.

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Al otro lado de la bahía del Aguasnegras, en Rocadragón, Rhaenyra tampoco lo tiene fácil con los señoros que se sientan a su mesa. Porque una cosa es que acepten que sea la heredera, como un puesto simbólico, y otra distinta que sea ella, del "sexo débil", quien lidere la batalla. Afortunadamente, siempre tiene la palabra adecuada para calmar los ánimos y recordar que todos vienen de un tiempo de paz donde guerra, lo que se dice guerra, no ha librado nadie. Pero su movimiento importante en este episodio 2x05 será colocar a Corlys como Mano de la Reina, quien finalmente acepta entre dientes, aunque tiene también el peso de encontrarle heredero a Marcaderiva.

Ese puesto se lo ofrece a su nieta Baena, la más Velaryon de todos los que quedan (al menos de sus descendientes "oficiales"), pero ella rechaza, alegando ser fuego y sangre, no mar y sal. Baena, poco a poco, se está destapando como la siguiente gran mujer de la serie, una chica valiente capaz de convertirse en una gran heroína y jinete de dragón. ¿La veremos protagonizar la siguiente gran batalla? Ojalá. También nos hemos quedado con ganas de ver más a su hermana, Rhaena, en el Nido de Águilas.

El otro punto a tener en cuenta entre los negros es que los hombres desobedientes no son solo esos señores de casas nobles de cuyos nombres apenas nos acordamos, sino también otros más importantes: Jacaerys, el hijo de la reina que quiere demostrar que vale para algo y se monta una estrategia en los Gemelos a espaldas de su madre (pero que al final vuelve al redil), y Daemon, a quien la estancia en el castillo de la locura no le está haciendo ningún bien.

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Como nos advertiría Alys Rivers, Harrenhal está medio encantado, así que es el lugar perfecto para que una persona que no está precisamente en sus cabales acabe por volverse del todo tarumba (con escena de sexo maternofilial soñada incluida). Daemon está pesadísimo, reconozcámoslo, y su trama un poco también. Su complejo de inferioridad galopante nos va a costar más de un disgusto en el bando negro, pero al menos aquí ha tenido una cura de humildad cuando su estrategia para colocar de su lado a las casas de las Tierras de los Ríos le ha salido rana. Pero ahí tenemos a Alys metiéndole todo el rato el dedo en la llaga para que se vuelva majareta y se revele contra su esposa.

Por último, el episodio 2x05 abre dos líneas para hacer avanzar la trama en lo sucesivo: el pueblo llano y las semillas del dragón. Volvemos a ver a los pobres de Desembarco del Rey (aunque quien verdaderamente nos duele es el perrete de Queso, que seguía esperando junto al cuerpo de su amo) que no pueden más con la falta de carne y las naranjas pochas, pero a los que Aemond ordena no dejar la ciudad. Dos más dos son cuatro y si sumamos que Gusano Blanco va a meter cizaña, y que lo de Meleys no les ha gustado un pelo, la revuelta en las calles extremeñas está a la vuelta de la esquina y puede ser un quebradero de cabeza para los Targaryen-Hightower.

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Por último, tenemos la búsqueda de parientes lejanos que tengan, al menos, una miaja de sangre valyria corriendo por sus venas y que justifique traerles y darles un dragón, como Vermithor o Ala de Plata, para así tener nuevos jinetes con los que luchar. La idea no deja de ser un poco peregrina, ya que son personas cuya lealtad está por ver, pero no es una información nueva: ya se mencionó la existencia de otro hijo de Alicent, Daeron, y nos presentó a Ulf el Blanco, aquel señor en la taberna que decía ser hijo bastardo del príncipe Baelon el Valiente. El cliffhanger nos deja ahí, preguntándonos a quién encontrarán Rhaenyra y Jace entre los árboles genealógicos Targaryen para ponerles a cabalgar por los aires.

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Headshot of Álvaro Onieva

Nací en Wisteria Lane, fui compañero de piso de Hannah Horvath y 'Chicago' me volvió loco porque Roxie Hart soy yo. Tengo la lengua afilada, pero, como dijo Lola Flores, "me tenían que dar una subvención por la alegría".