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“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. Las primeras líneas de ‘Cien años de soledad’, la indiscutible obra maestra de Gabriel García Márquez, siguen resonando en el imaginario de los que, como yo, nos enamoramos para siempre de los Buendía tras leer el libro. El Premio Nobel puso a nuestra disposición el lienzo y los óleos para que cada uno dibujáramos nuestra propia versión de Macondo, el pueblo imaginario por el que pasan las siete generaciones que conforman una de las historias más bellas jamás escritas. Y sirva esta introducción para subrayar lo alto que estaba el listón a la hora de adaptar la novela a la televisión. Porque los amantes de ‘Cien años de soledad’ ya teníamos en nuestras mentes las caras de los Aurelianos, Úrsula, Rebeca, Amaranta o los José Arcadios. Y tratar de encontrarlas en la serie que acaba de estrenar Netflix se antojaba tarea tan ardua como la búsqueda del mar con la que sus protagonista arrancan la fundación de Macondo.
La plataforma lo ha conseguido. Gabo no quiso ceder a nadie los derechos para la adaptación y han sido sus hijos, Rodrigo y Gonzalo García, los que, tras su fallecimiento, han supervisado todos y cada uno de los detalles de una versión que respeta y refleja el espíritu de la historia que, durante años, parecía inadaptable. Mi primer contacto fue escéptico, distante e incluso indignado por la osadía de atreverse a profanar uno de mis templos literarios. Pero he entrado. El impresionante Macondo creado en los andes colombianos por el equipo de Netflix ha acabado fusionándose irremediablemente con el mío. Los Buendía de la serie, todos, son ya mis Buendía. Ya no imagino una Úrsula mejor que Marleyda Soto; ni una Pilar Ternera más auténtica que Viña Machado; no puedo ver la ternura y determinación del coronel Aureliano Buendía en otro actor que no sea Claudio Cataño… Por no hablar del Melquíades que compone el español Borja Moreno.
La sobriedad del realismo mágico
Y tampoco puedo evitar que la voz del narrador externo que nos guía en cada capítulo me devuelva a las páginas de García Márquez. Porque, al igual que me pasó con el libro, en la serie me lo creo todo. Las mariposas amarillas, los curas que levitan, los temblores de tierra cuando el sexo inunda cada rincón de la casa, la presencia constante del fantasma de Prudencio Aguilar, la peste del insomnio, la tierra que come Rebeca como único refugio cuando la vida le supera… El realismo mágico se traslada a la pantalla con la misma liviandad con la que discurre en las páginas del libro, solo que aquí ya sabemos cómo suena. A veces es al son de ‘Las bodas de Luis Alonso’ y otras tiene como fondo la ‘Carmen’ de Bizet. Otra titánica genialidad del imperio levantado por Álex García López, Laura Mora y el propio Rodrigo García.
Porque además de las 34 mil piezas de ropa que se usaron, de los más de 200 trabajadores que construyeron Macondo en un año en las inmediaciones del pueblo de Alvarado, de las 16 mil plantas autóctonas del Caribe que inundaron el set… ‘Cien años de soledad’ es un justo y merecido homenaje, un acto de amor no solo a García Márquez sino a unos ideales, a una tierra que son todas las tierras, a una familia en la que cabemos todos y a una historia que ya es universal.
Director digital de Fotogramas.es y el español vivo que ha visto y ve más cine español. Se mete 1,7 películas al día y escribe sobre ellas 40 horas a la semana desde hace 20 años. Y no solo cine patrio. Desde los títulos más indies hasta los blockbuster imprescindibles o lo más selecto de los festivales internacionales. Todo vale para alimentar su inagotable ansia cinéfila. Y, por supuesto, sin dejar de lado las series de televisión.
Por su grabadora ha pasado todo el 'star system' español… y gran parte del internacional. Desde que se licenció en Periodismo allá por… Bueno, desde que se licenció en Periodismo, ha trabajado en varias cabeceras de Hearst, como TP, Supertele o Teleindiscreta, antes de aterrizar en Fotogramas, curiosamente, la revista que le empezó a despertar su pasión por el séptimo arte desde bien pequeñito.
También es actor pero, a la espera del Goya Revelación, está felizmente encasillado en su papel.